Tener una casa con jardín, poder vivir en ella y trabajar en sendos despachos, mantener una colección de objetos africanos recogidos en múltiples viajes y otra de Art Déco configurando el ambiente, era el propósito de los propietarios, un catedrático y una psiquiatra.

Una vivienda unifamiliar parece el tipo ideal para satisfacer tal programa. Pero en este caso la pequeña parcela del chalé se encuentra rodeada, por mala fortuna del urbanismo local, de altos edificios de pisos cuyas ventanas e impertinentes tendederos dominan las vistas. Por eso la casa, en el proyecto de Alba, se hunde en la parcela, y se cubre con una bóveda y con sólidas pérgolas.

La última arquitectura de Alba —un tanto retirado, como Aquiles, de la palestra y encastillado en una postura crítica de la actualidad— ha endurecido sus gestos. A los trazados cuidadosamente articulados y al diseño elegante de los elementos ha sucedido el gusto por la geometría de ejes y aristas y por los elementos cilíndricos de materia dura: chapa, hormigón, hierro y pavés forman la imagen de los edificios públicos de su última etapa. El traslado a este chalé de los gestos duros de su última arquitectura forma el caparazón de esta casa, cuyo vientre se abre a ras de tierra protegido por pavés y perfiles metálicos. Sólo el color rojo de la chapa y del lacado de los gruesos pilares añade un l acabado sofisticado a la fábrica de ladrillo y hormigón. La bóveda, situada en medio de la casa y la parcela, la cubre la sala de estar y el altillo. Bajo ella el espacio se prolonga en el comedor y en una pérgola forjada con pavés: la casa es, sobre todo, la habitación de la bóveda, como en el poema de Miguel Hernández.

Antonio Fernández Alba es arquitecto y profesor de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid...   [+]