A diez kilómetros al sur del aeropuerto surafricano de East London se emplaza un enclave desde el que se puede observar las gargantas por las que desciende el río Igoda y las inmensas playas de dunas del océano Índico. La belleza de este lugar, situada en la costa todavía virgen del Cabo Oriental, resultó irresistible para el cliente, que no vaciló en construirse allí su residencia de vacaciones.

El programa exigía que la casa pudiera funcionar como tres viviendas independientes: una casa principal, —un prisma rectangular de dos plantas con vistas al océano— y dos apartamentos de invitados —con cubierta inclinada y un único nivel que se adapta a la topografía—. Las tres piezas se dispusieron en torno a un patio, con el cuarto lado delimitado por una piscina, dejando así un espacio central comunitario al aire libre, protegido del fuerte viento y conectado visualmente con el impresionante panorama, a la vez que cada uno de los volúmenes poseía un espacio exterior privado en la fachada contraria. Esta disposición inicial, pensada para proporcionar distintos grados de intimidad, se completa con elementos flexibles como puertas correderas de lamas de madera que además permiten la entrada de luz natural. En las dos esquinas de la U edificada, se ubican dos estancias porticadas de doble altura, una abierta a la masa vegetal y la otra al mar, que funcionan como salones semiexteriores más privados.

Como referencia a las sencillas construcciones vernáculas de la zona se elige una limitada paleta de materiales, como el hormigón sin tratar, las paredes de ladrillo tosco o los muros de fábrica enfoscados de blanco. También se usa madera para las vigas vistas de la cubierta y en las piezas de unión se trabaja con pino reciclado, procedente de la demolición de un almacén de algodón próximo. El agua de lluvia se almacena en tanques situados debajo de la vivienda para su uso en la casa y el jardín. El único material que se trata de un modo sofisticado es el vidrio, que aparece colocado a hueso o en complejas marquesinas... [+]