Casa solariega en Carmena
Izaskun Chinchilla 

Casa solariega en Carmena

Izaskun Chinchilla 


Las casas solariegas han sido, históricamente, los inmuebles que han procurado la convivencia y representado a las familias que las poseían. Con independencia de su ubicación, su magnificencia, su época o su emplazamiento, todas ellas han contenido los signos —nombres, heráldica o preferencias estéticas— de sus tenedores. La casa mostraba el carácter de la familia y, de alguna forma, le servía de portavoz. Esta casa solariega en Carmena, una pequeña población a cuarenta kilómetros de Toledo, no es una excepción.

El proyecto de restauración parte del reto fundamental de no sólo reformar una arquitectura, sino esencialmente de recuperar de modo crítico las ‘buenas costumbres’ del pasado fundiéndolas con las formas de vida contemporáneas. Se rechaza, pues, la necesidad de legibilidad histórica en la intervención patrimonial, asociada a la Carta de Atenas, como valor absoluto, en especial si ésta supone condicionar la actividad de los ocupantes u obligar a una limpieza estructural alejada de la calidez que para tantos representa un hogar. Como consecuencia, se preserva la importancia que texturas, acabados y detalles tienen, precisamente, en la consecución del bienestar, así como la presencia de elementos vernáculos, revisitados con una mirada crítica y abierta. Esa confianza respecto a la tradición ha hecho que los maleteros tengan puertas de espadaña, que un moderno y seguro cable eléctrico pueda ser trenzado sobre bastidores vistos permitiendo su fácil sustitución y reparación, o que la colocación manual de ciertas piezas fuera aprovechada para introducir imágenes vegetales. Con materiales de antes se hacen estructuras nuevas, con más luces y capacidad, mientras que los de ahora se trenzan recordando antiguos trabajos de carpintería y tallado. Además, siempre que se ha podido, el material utilizado procede de derribos, haciendo del tiempo un gran aliado.

La casa se organiza en torno a un patio descubierto al que se accede tras cruzar un portón de retazos de madera y metal. El patio ha sido alicatado en suelo y paredes, y está presidido por una piscina. Sobre ella, el muro cerámico representa una versión abstracta de un cuadro de amapolas de Monet. Al fondo del patio se ha previsto una sauna coronada por tres grandes ventanales protegidos por una marquesina que limita la entrada de luz en verano y permite su paso en invierno. Dentro de la casa, de dos plantas, la planta baja concentra el programa público, mientras que la superior —actualmente en proceso de construcción— se reserva para los dormitorios y las estancias más privadas.


Cliente Client

Mariano Lorenzo Nombela, María Carmen Díaz Ruiz

Arquitecto Architect

Izaskun Chinchilla

Colaboradores Collaborators

Carlos Jiménez Cenamor, Elisa Fernández Ramos, Lys Villalba Rubio, Manuel Pascual García, Juan Antonio Chacón, Rosana Galián García, Carmen Blanco Romero; Julio Hernanz Cabilla (aparejador quantity surveyor)

Fotos Photos

Carlos Lozano