Esta casa desafía las nociones comunes sobre lo que es y debe ser una casa. Situada en el campo, en las proximidades de Pekín, su construcción se dilató seis años divididos en tres fases, durante las cuales la atención se centró sucesivamente en la edificación, en los patios y en el ajardinamiento. Las investigaciones académicas de su autor sobre el jardín tradicional chino y sus diferencias con respecto al jardín occidental se manifiestan en la práctica en este proyecto. Así, opone a la integridad aglutinadora de los elementos arquitectónicos mediante la escala y la proporción del jardín en la tradición occidental, la búsqueda de la perfección en el jardín chino mediante la atención otorgada a los elementos intermedios, por encima incluso de la que se concede al paisaje, a la arquitectura y a los propios usuarios. Estos elementos que vinculan las partes fragmentarias del jardín funcionan como elementos de transición y consiguen la integración del conjunto.

El ladrillo es el material predominante, combinado en ocasiones con bloques de cemento. Ambos se extienden, solos o combinados, por suelos, muros y techos, gracias a la versatilidad de su utilización. Su aspecto austero y su comportamiento bajo la luz fueron los factores que contribuyeron a su elección.