Chalet Canals, Córdoba
Rafael de La-Hoz 

Chalet Canals, Córdoba

Rafael de La-Hoz 


A raíz del ingreso de España en la ONU, en 1950, se produjo en nuestro país cierta apertura al exterior, lo que conllevó una paulatina aceptación de las corrientes de vanguardia por parte de los arquitectos y de los miembros de las clases más ilustradas. Fiel reflejo de este nuevo clima cultural fue la concesión del Premio Nacional de Arquitectura de 1956 al colegio mayor Santo Tomás de Aquino, obra de De la Hoz y García de Paredes, quienes apostaron por una edificación en línea con el Estilo Internacional de la época. A esta misma estética, aunque con atisbos informalistas, pertenece la casa Canals, construida coronando una colina rodeada de olivos para albergar a una familia numerosa durante las vacaciones. Para abrirse en lo posible a la orientación mediodía y aprovechar al máximo la difícil forma de la parcela, la zona de servicio de la construcción se adosa a la medianera norte, mientras el ala de dormitorios se gira, desarrollándose paralela al quiebro de la línea divisoria.

Se accede cruzando un arroyo de aluvión sobre un puente, que es una réplica doméstica y desenfadada del célebre viaducto de Lachen, construido por Maillart en 1940. Después de subir la escalera que salva la altura del semisótano donde se alojan el garaje y el almacén, se llega bajo el alero del porche a un amplio vestíbulo pentagonal que enlaza las distintas zonas: el sector de dormitorios orientado al este, el área de servicio con la cocina, que abre a un patio con vistas a un pino centenario de la parcela colindante, y el amplio estar articulado en tomo a un corto muro que envuelve una chimenea abierta a los dos lados. Este último espacio se protege al sur mediante un vuelo de 3,30 metros de la cubierta, lo que impide la entrada directa del sol en el salón entre abril y septiembre, mientras en su flanco oeste se recurrió a una persiana orientable de lamas verticales de aluminio para resguardar de los rayos de poniente; situada al borde del voladizo, su uso como celosía vela la intimidad del interior sin obstaculizar apenas las hermosas vistas o las brisas nocturnas. Finalmente, para que el aire de la noche pudiera disipar el calor acumulado durante el día, se diseñó una cubierta de inercia térmica muy baja, construyéndola a la andaluza sobre una placa aligerada de hormigón armado. En el jardín orientado al mediodía, la piscina se ciñe al perímetro de la parcela y a la rampa de bajada, adoptando una disposición en cuña que rima formalmente con el terraplén escalonado y el estilizado trampolín en acero laminado cuyos tensores sirven de barandillas...[+]