Definido por la rotundidad de su poderosa geometría —un esbelto paralelepípedo de 75 metros de largo, 15 metros de ancho y 12 plantas—, el edificio se adapta a la parcela alargada situada en un entorno urbano anodino y establece un diálogo formal con las construcciones industriales existentes. Además, el bloque aloja un complejo programa de usos mixtos incluyendo desde un centro de cuidados paliativos, una unidad de día y espacios médicos especializados, hasta aulas, una guardería, un hotel, un auditorio y un restaurante. En respuesta a esta variada secuencia vertical de funciones, se diseñó una estructura que garantizara la flexibilidad y la resiliencia del conjunto. El edificio resuelve, así, su estrecha crujía con tres líneas estructurales: las dos exteriores de los muros de carga, y la interior, correspondiente a los núcleos de comunicación vertical (algunos usos cuentan ascensores y escaleras independientes) e instalaciones, permitiendo de esta forma liberar la planta y adaptarla a los requisitos espaciales de cada programa. Hacia el exterior, la fachada está definida por una rigurosa retícula de hormigón armado y grandes ventanas correderas sobrepuestas, que durante el día reflejan el paisaje urbano circundante y por la noche permiten vislumbrar los distintos usos del interior...[+][+]