El campus se encuentra en un lugar bastante apartado, sobre una meseta natural con vistas al lago de Zúrich. Además de ampliar el edificio existente, el encargo debía considerar los espacios residuales del campus: un parque poco accesible y descuidado, diseñado por el paisajista suizo Ernst Cramer. Para ocupar la menor superficie y liberar el mayor espacio verde posible, el nuevo aulario se organiza como un volumen compacto y vertical que expresa la lógica interna del edificio hacia el exterior. La rigurosa geometría y austeridad material se matizan gracias a un juego visual producido por la ordenación en bandas y la alternancia de los huecos de las distintas fachadas, fruto de la distribución del programa. El interior se organiza en tres bandas paralelas que rotan noventa grados en cada planta. Las dos laterales albergan las distintas salas de trabajo y aulas; y la central acoge las zonas comunes dispuestas alrededor de una escultórica escalera de caracol construida con hormigón armado visto. El diseño de la estructura, formada por grandes vigas perimetrales de hormigón armado que caracterizan la composición formal exterior, tiene como objetivo principal liberar el interior de elementos portantes verticales y así favorecer la flexibilidad de usos...[+][+]