Con el objetivo de levantar una plataforma de promoción, diálogo y articulación de la memoria plural del conflicto armado colombiano, presente en el país desde la década de 1960, el proyecto para el nuevo Museo Nacional de la Memoria de Colombia propone un recorrido ritual en sintonía con la solemnidad simbólica de la institución que alberga...

El museo se organiza en torno a un recorrido ascendente que va de los 24 vacíos del suelo a los 24 lucernarios de la cubierta: estos librean el espacio público en la base; aquellos permiten la iluminación de las salas. 

Emplazado en Bogotá y con una superficie de 14.000 metros cuadrados, el edificio se conforma siguiendo una cuadrícula rigurosa, a partir de una sencilla combinación de cuadrados que se van alternando. De este modo, los espacios resultantes se entreveran en un itinerario fluido: se intercalan zonas de escalas y condiciones lumínicas diversas, lo que permite a la propuesta jugar con las secuencias visuales y las transparencias.

 Los corredores y las escaleras, a su vez, plantean diferentes posibilidades de acceso y recorrido interior; y al sucederse y ascender, otorgan a la promenade de los visitantes un sentido procesional. El conjunto se corona mediante una serie de azoteas interconectadas que, como si de un microcosmos montañoso artificial se tratase, generan un espacio abierto, libre y lleno de color que contrasta con la solemnidad y la escala monumental de las salas expositivas; y que permitirá a quien se adentre en él disfrutar de unas vistas excepcionales tanto de la ciudad como de los paisajes naturales colindantes.