En un barrio de reciente creación, surcado por canales que vinculan campos de cultivo con áreas residenciales, dos edificios de programa singular protagonizan la nueva escena urbana. Como puntos de referencia en la trama proyectada para el distrito, se elevan por encima de las edificaciones vecinas para albergar 60 viviendas y locales comerciales uno, y 111 apartamentos para mayores con sus respectivas dotaciones el otro.

Con una configuración a base de anillos que cambian de uso según se suceden en altura, el edificio circular sitúa un centro comercial en su planta baja, de manera que la prevista afluencia de compradores asegura la vida de la plaza interior generada en la pieza. En un nivel superior un anillo de aparcamientos fisura en dos el cilindro, permitiendo un acceso directo a las viviendas. Para llegar a este garaje elevado se circula por una vía rodada que envuelve el complejo, con lo que el movimiento de vehículos se visualiza desde el exterior. La parte más alta del cilindro queda ocupada por las viviendas, a las que se llega por medio de corredores al aire libre que vuelcan hacia el patio. El tránsito de residentes por estas pasarelas confiere al patio circular una escala vecinal, que consigue su ambiente más doméstico por medio de las azoteas ajardinadas y la madera que conforma la fachada de las viviendas. Los distintos materiales empleados —placas de vidrio translúcido en el centro comercial y ladrillo visto en la parte residencial— ayudan a diferenciar la función de cada parte del edificio, a la vez que lo distinguen como objeto urbano singular.

El bloque de viviendas para mayores comparte con el cilindro no sólo el material de fachada y la presencia de un patio en su interior, sino también la misión de provocar una tensión urbana que cualifca el lugar como centro social del barrio. Para ello, este segundo volumen renuncia al ángulo recto en sus esquinas y se eleva como un objeto diferente entre la trama de las urbanizaciones vecinas. Su interior responde sin embargo a la escala de sus residentes, disgregándose en cuatro piezas menores unidas por estrechas pasarelas perimetrales que dan paso a los apartamentos. Un volumen vertical exento vincula las áreas comunes de la planta inferior con dichas pasarelas, cualificando un espacio interior que ha sido cubierto a base de vidrio para prolongar su vida en las estaciones menos cálidas. Los apartamentos proponen un paso más en esta utilización del espacio exterior, al incorporar un jardín de invierno con hojas de vidrio que se deslizan sobre la fachada de ladrillo. La vida diaria de los residentes deja su impronta en el edificio...[+]