Opinión 

Ucronías de Ucrania

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Ucronías de Ucrania

Luis Fernández-Galiano 
12/03/2022


Para pensar el futuro debemos imaginar un pasado diferente. Con la guerra de Ucrania hemos ingresado irreversiblemente en un mundo nuevo, pero es inevitable preguntarse por los acontecimientos alternativos que hubieran evitado este desenlace fatal. A la reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos suele denominarse ‘ucronía’, entendiendo que si la utopía es el no-lugar, la ucronía es el no-tiempo, un instrumento para proyectar la utopía en el pasado que ilumine escenarios distintos. Ucrania es particularmente apropiada para este ejercicio de memoria con senderos que se bifurcan, porque su indefinición geográfica y su carácter multicultural hacen su devenir histórico singularmente moldeable, y de ahí que hoy proliferen las ucronías que se interrogan sobre pretéritos posibles, golpeados en nuestra emoción y nuestra conciencia por el horror de los combates, los asedios y los éxodos del presente; por el terror nuclear que recuerda a la crisis de los misiles de Cuba; y por la destrucción de ciudades que evoca los urbicidios en los Balcanes o en Siria.

¿Qué habría sucedido si Lenin y los bolcheviques, como lamenta Putin, no hubieran ‘inventado’ Ucrania? ¿Qué si la hambruna del Holodomor no hubiera provocado el resentimiento ucraniano frente a la Rusia de Stalin? ¿Qué si los nacionalistas antisemitas de Stepán Bandera, todavía venerado por muchos en Ucrania, no se hubieran aliado con los nazis frente a los rusos en la que estos aún llaman la Gran Guerra Patriótica? ¿Qué si el ucraniano Jrushchov no hubiera incorporado Crimea a Ucrania en el tercer centenario del acuerdo entre rusos y cosacos? ¿Qué si se hubieran cumplido las promesas de no ampliar la OTAN hasta las fronteras de Rusia cuando esta aceptó la reunificación alemana? ¿Qué si en la disolución de la URSS no se hubiera retirado de Ucrania el arsenal nuclear a cambio de garantizar su integridad territorial? ¿Qué si en la cumbre de la OTAN en Bucarest no se hubiera acordado que Georgia y Ucrania fueran miembros en el futuro? ¿Qué si tras el Euromaidán el nacionalismo en el poder no hubiera discriminado la cultura y el idioma rusos?

Cada una de estas preguntas abre alternativas para este país plural y hoy fracturado, como también las hubieran abierto las grandes cuestiones geopolíticas que palpitan tras la actual crisis: el temor ruso a no poder defender sus fronteras en la interminable planicie centroeuropea; la dependencia energética y escasa capacidad militar de una Unión Europea que sin embargo proyecta el envidiado poder blando de su prosperidad y su libertad; el declive de la superpotencia americana, internamente dividida y con su atención centrada en la pugna con China. Pero quizá los interrogantes más dramáticos no se encuentran ahora en el pasado, sino en el futuro. ¿Se podrá ‘finlandizar’ Ucrania, permitiendo su incorporación a la UE, pero no a la OTAN? ¿Reclamará Rusia el corredor de Suwalki para comunicar Kaliningrado con Bielorrusia, aislando a las repúblicas bálticas? ¿Mediará China con éxito, o aprovechará la apertura de un frente europeo para ejecutar sus ambiciones sobre Taiwán? Ucrania suscita ucronías, pero también cacotopías y distopías.

La agresión de Rusia ha provocado la desesperada huida de las ciudades de multitud de personas, como las que se agolpan bajo un puente demolido en la periferia de Kiev para dificultar el paulatino avance del ejército invasor.

La guerra rusa en Ucrania remueve historias y memorias. Barbara Tuchman publicó en 1962 un relato magistral de los 31 días que llevaron a la tragedia en 1914, Los cañones de agosto; 60 años después confiamos en que nadie escriba en el futuro un libro...

El Mundo: Ucronías de Ucrania


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