Opinión 

Tríptico de la tribulación

Opinión 

Tríptico de la tribulación

Luis Fernández-Galiano 
29/03/2022


Daños en un edificio residencial tras un bombardeo en Chernígov

Este número ha tenido tres presentaciones sucesivas, y al final ninguna, porque este texto apenas explica un proceso. Tras el optimismo del mes de enero, mirando al cielo con asombro para imaginar el telescopio James Webb desplegándose en el espacio, nuestra vista tuvo que dirigirse con temor al ejército desplegado alrededor de Ucrania, y ‘Los tanques de febrero’ retrata ese momento de angustia alarmada. Pero los tanques se pusieron en movimiento en las postrimerías del mes, y tanto la devastación como la reacción indignada de Europa inspirarían ‘Las cenizas de marzo’, glosando los primeros compases de una intervención que halló más resistencia de la esperada. La prolongación del conflicto animó a reflexionar sobre sus causas en ‘Ucronías de Ucrania’, y la rápida extensión de la guerra a la población civil con el bombardeo de las ciudades nos hizo ver que esta tragedia histórica exigía un número monográfico, como ya hicimos con ocasión del 11-S, la guerra de Irak o la pandemia. Durante un fin de semana movilizamos a amigos y colegas, y el resultado cristalizó en forma de artículos, proyectos y el recuerdo de otras ocasiones que demandaron textos políticos.

El tríptico involuntario de las presentaciones se completó con el deliberado de los artículos, escritos por un crítico ucraniano, un historiador francés y un filósofo esloveno que abordan el conflicto desde perspectivas complementarias. Vladimir Belogolovsky, nacido en Odesa, graduado en la Cooper Union y asentado en Nueva York, utiliza su gran familiaridad con la escena arquitectónica rusa para componer un alegato dramático en defensa de su país de origen, pronosticando el renacimiento del Kiev hoy asediado ‘cuando callen los cañones’. Jean-Louis Cohen, que ha desarrollado una brillante carrera académica a ambos lados del Atlántico, y cuyo íntimo conocimiento del urbanismo y la arquitectura soviética se ha materializado en libros y exposiciones esenciales, narra un viaje reciente a Kiev y Járkov, ciudades donde la historia se enreda inextricablemente con los acontecimientos actuales. Y Slavoj Žižek, que ha sabido reunir la investigación filosófica con el ensayismo cultural y el activismo político, desmonta muchos de los mitos del pensamiento geopolítico convencional con un texto vibrante que reclama situar a Europa frente a los dilemas de esta hora trágica.

La reacción de los arquitectos frente al sueño imperial de Putin que ilustra el dibujo de Focho se reseña con un collage de fragmentos, y los proyectos se incorporan al número monográfico con una sinagoga de Manuel Herz en Babi Yar, un barranco en las afueras de Kiev que fue escenario de una masacre de judíos ejecutada por los nazis en 1941, y cuyo memorial a las víctimas se ha visto estos días amenazado por los bombardeos rusos; y con otra sinagoga del mismo arquitecto en Maguncia, cuya numerosa comunidad judía se vio asimismo exterminada durante la Segunda Guerra Mundial, y sus templos arrasados por la furia antisemita. No hay mejor artículo de opinión para cerrar el número que una selección de portadas periodísticas, que han mantenido tenazmente titulares a cinco columnas para subrayar la excepcionalidad del acontecimiento; y quizá no hay mejor portada que un cuadro del letón y estadounidense Mark Rothko con los colores de la bandera ucraniana, invertido para que la referencia a esta sea también un símbolo de la oposición entre la actividad creativa de artistas o arquitectos y la violencia destructiva de la guerra.


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