La emoción lógica

Francisco Mangado 
31/10/2000


Unas formas irregulares definen el perímetro de la cubierta, a primera vista, de una gran nave. Desde la distancia parece una construcción relativamente anónima, quizás algo tosca en su configuración y casi despreocupada en su construcción. Perímetros quebrados, precisos, que avanzan y penetran en las dunas próximas, probablemente en el intento de configurar un plano que se funda con las capas de arena que rodean el edificio. ¿Es el deseo de contener una naturaleza caprichosa y que varía continuamente con el viento? Esto es lo que se ve y se entiende en una primera, rápida y seguramente simple visión. Es la que se tiene desde el mirador elevado que permite contemplar, en la distancia, el proyecto de Centro de Visitantes del Mundo Marino en Doñana. La cercanía y un lento recorrido a través del conjunto supone sin embargo descubrir una realidad arquitectónica mucho más compleja: los espacios interiores, con piezas de geometría inesperada, diversos y ricos en la unidad del conjunto, los circuitos concatenados o la luz nunca directa, sino manipulada y controlada mediante el recurso a sutiles mecanismos, son sólo algunas de las apreciaciones que vienen a contrastar con la primera visión del edificio...
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