El efecto Niemeyer

Avilés en el Arco Atlántico

Francisco Mangado  José Miguel Iribas 
30/06/2010


El espacio central asturiano se conforma a partir de un triángulo cuyos vértices corresponden a las tres principales ciudades: Gijón, Oviedo y Avilés. Es una construcción territorial morfológicamente similar al triángulo vasco (Bilbao, San Sebastián y Vitoria), pero con algunos defectos estructurales de difícil subsanación: el desequilibrio poblacional y la ausencia de una estrategia productiva diferenciada.

Avilés tiene un peso demográfico y funcional claramente inferior y una deriva terciaria insuficiente y distante de las de Oviedo y Gijón. Su mayor dependencia de sectores declinantes como la siderurgia, y su inclinación productiva hacia un secundario poderoso pero refractario a las exquisiteces terciarias añaden dificultades específicas a los problemas genéricos del Principado. Avilés, es obvio, necesita algún empujón adicional que le ayude a superar la debilidad estructural de su población, notablemente envejecida, así como la precaria situación de su economía productiva, endeble tras el cierre de Ensidesa.

En materia de grandes equipamientos, Avilés ha sido postergada respecto a Oviedo (que cuenta con el Palacio de Congresos Princesa Letizia, el Auditorio Príncipe Felipe y el Museo de Bellas Artes) y Gijón (donde se encuentran la Laboral Ciudad de la Cultura y el Recinto Ferial Luis Adaro). Correspondía pues a Avilés recibir alguna dádiva dotacional de relieve, aunque sólo fuera para recuperar el optimismo de la ciudad y equilibrar en parte el desajustado tenor del triángulo asturiano, claramente vencido hacia los otros dos vértices. No parece objetable la elección del lugar, que a Niemeyer le habrá gustado por sus resonancias proletarias...

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