Libros 

Superficie en profundidad

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Superficie en profundidad

Francisco Mangado 
31/08/2010


La primera virtud del libro de Ignacio Paricio La piel ligera tiene que ver con la naturaleza de la edición. Paricio es autor y profesor de contenidos arquitectónicos expresados a partir de una visión material y constructiva de los edificios. Siempre consciente de la naturaleza ‘industrial’ de su trabajo, ha sabido contar a lo largo de su actividad con el contexto productivo que nos ha rodeado durante estos años. Un contexto que ha utilizado de manera positiva y optimista en pos de una investigación fructífera para la arquitectura, en la medida que los materiales y los técnicos siempre constituyen una oportunidad creativa de primera magnitud. Con esta visión ha creado complicidades que, entre otras cosas, hacen que libros como el que nos ocupa sean posibles.

Fruto de una relación basada en el buen hacer de la empresa Folcrá y de su confianza en la autoridad de Paricio, se edita esta publicación que viene a conmemorar los 75 años de la citada empresa de carpintería. Seguramente, otra compañía se hubiera decidido por uno más de los aburridos y autocomplacientes catálogos que abundan, casi siempre objeto de poca consideración por parte de sus supuestos receptores, los arquitectos. Sin embargo, orientada por el autor y demostrando una calidad empresarial que ahora sabemos va más allá de la simple —pero no por ello menos importante— solución técnica, la firma Folcrá ha financiado una publicación inteligente, tanto por los contenidos, como por el hecho de que es seguro que en este caso el texto figurará como referencia obligada tanto para los arquitectos como para las escuelas de arquitectura.

El libro es de una gran densidad de contenidos, profuso en ejemplos, fotografías y, sobre todo, dibujos originales referidos a los distintos detalles constructivos. Una labor de archivo e investigación de gran interés, y que viene a justificar sobradamente la importancia de la publicación. Pero haría mal el lector si sólo abordara este libro a partir del buen número de imágenes arquitectónicas que el profesor Paricio maneja, pues éstas sólo adquieren su verdadero valor si atendemos a los concienzudos contenidos proyectuales desplegados en los cuidados textos que las acompañan.

Los textos suponen una lección de arquitectura que parte del análisis de los diversos materiales utilizados (acero, aluminio y vidrio fundamentalmente) y de la manera de elaborar los huecos y los cerramientos ligeros en los ejemplos considerados. Son reflexiones que muestran la particular visión de Paricio sobre la historia reciente de la arquitectura española, desplegando a lo largo de diez capítulos —precedidos de títulos ilustrativos y oportunamente elegidos— las valoraciones de un arquitecto sobre la profesión y sobre su reciente devenir desde la práctica constructiva. Textos, por tanto, más que simplemente descriptivos, repletos de juicios de valor; y más que especulativos, reflejo de un conocimiento real y exhaustivo de los proyectos objeto de estudio.

El orden que subyace en la publicación es básicamente cronológico, coherente con un subtítulo (Maduración de una técnica constructiva) que parece sugerir una evolución desde las técnicas más primitivas y artesanales del acero, hasta las más sofisticadas de los vidrios y carpinterías de última generación. Sin embargo, lo cierto es que la correlación establecida entre las técnicas y los distintos periodos históricos permite una lectura individual y, a la vez, transversal del libro, transformando su aparente linealidad en un conjunto de visiones acotadas en cuanto a tiempo y sistemas aplicados. Se puede hablar entonces de secciones independientes, que permiten juzgar cada una de las etapas en las que se ha dividido la arquitectura española del siglo XX a partir de los contextos tecnológicos, posibilidades constructivas, recursos económicos y voluntades formales presentes en cada una de ellas.

En este sentido parece digno de destacar la manera en que se deja constancia del sentido heroico y comprometido de las investigaciones que tuvieron lugar en las décadas de 1940 y 1950. Un periodo en el que la arquitectura estaba dispuesta a asumir riesgos a través de unas construcciones que, de manera titubeante, empleaban los perfiles de hierro o aluminio con una importante participación del arquitecto como actor de la investigación, y como única manera de suplir las carencias de un contexto marcado por la falta de recursos y la escasez. La elegancia y finura de muchas de estas construcciones pueden hacernos dudar de que el desarrollo de nuevas técnicas y materiales haya supuesto un avance realmente significativo en términos de calidad y, sobre todo, de intensidad en la necesaria relación entre industria y arquitectura, vital para el buen constructor.

Se trata, pues, de un libro que nos enseña a construir bien en la medida que esto es sinónimo de una manera de hacer donde lo físico no es ajeno a la voluntad que ha de dirigir un proyecto; y donde el detalle constructivo, en este caso centrado en el desarrollo de la piel ligera, no resulta contradictorio sino coherente con los pensamientos profundos que conforman la ideología del proyecto.

Sólo nos cabe hacer una observación al libro. De naturaleza menor, pero que llama la atención por el contraste que supone con la intensidad y calidad de los contenidos expuestos, y que se refiere al modo en que éstos se presentan al lector. La organización de textos, dibujos y fotografías, quizás por voluntad propia, precisaría de una composición un poco más atenta a la hora de organizar los distintos materiales, aunque este aparente descuido puede resultar útil para asegurar la lectura atenta y no superficial de cada uno de los contenidos. En todo caso, un libro de gran intensidad y valor docente, un libro de arquitectura.


Libros reseñados:

La piel ligera

Maduración de una técnica constructiva

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