Libros 

Rigor helvético y didáctico

Francisco Mangado 
28/02/2010


Construir la arquitectura, de Andrea Deplazes, no es un texto de construcción al uso. Habitualmente, este tipo de publicaciones hacen gala de un enfoque muy específico y, en unos casos, acaban como un catálogo de recetas y detalles y, en otros, como una colección de narraciones constructivas de proyectos ya conocidos. Pocos, no obstante, plantean la construcción como una realidad proyectual en sí misma, intentando explicar que la configuración material del proyecto nunca es algo añadido a posteriori sino que, por el contrario, forma parte, está implicada conceptual y operativamente en los fundamentos mismos de cualquier propuesta de edificio. En nuestro país esta actitud, probablemente inaugurada por el arquitecto y profesor de la ETSA de Barcelona Ignacio Paricio, va cuajando cada vez más en los departamentos de construcción, pero aún se hacen necesarios textos y actitudes que, como es el caso, superen la tradicional separación de éstos con los departamentos de proyectos.

El texto de Deplazes, fruto del trabajo colectivo realizado por la Cátedra de Construcción de la Escuela de Arquitectura de la ETH de Zúrich, donde imparte clases desde 1997, es un magnífico ejemplo de esta manera tan física de entender la arquitectura. A lo largo de sus páginas hace un alarde de su vasto conocimiento de la disciplina y, lo que es mejor, la organización del libro, en coherencia con los objetivos, alterna de una manera fácil y legible los conocimientos más específicos de los materiales y elementos constructivos con los más genéricos que se refieren a su historia y a las distintas maneras en que han influido y condicionado la arquitectura misma. Se trata de un libro, pues, que no sólo enseña construcción desde una perspectiva técnica, sino que hace pensar respecto al porqué de la forma construida, dotando a las decisiones materiales de una profundidad y un sentido ideológico de gran altura.

La publicación se estructura en cinco grandes capítulos. El primero se refiere a los materiales. El ladrillo, el hormigón, la madera, el vidrio, el acero y el aislamiento y sus variantes, ocupan en esta parte del libro apartados específicos, todos ellos ordenados con el sentido histórico al que nos referíamos y cuajados de ejemplos construidos razonados y bien ilustrados. Toda una lección de historia de la arquitectura vista desde los materiales. El segundo capítulo hace una referencia a las distintas partes fundamentales que construyen el edificio. Aquí la cimentación, el muro, el hueco, los solados, la cubierta y las escaleras, además de utilizar el recurso a la ya citada referencia histórica, son analizados de la manera más arquitectónica posible, hasta el punto de que uno llega a pensar que si cualquier edificio, al margen de otras consideraciones, siguiese las reflexiones y los principios desplegados a lo largo de este capítulo, tendría probablemente asegurado una alta valoración en lo que a su bondad arquitectónica se refiere. Deja Deplazes la estructura para un capítulo específico, un capítulo de lectura obligada para todo arquitecto. Esta sección cambia su organización interna y, en vez de ofrecer una relación histórica secuencial, procede a una visión más integrada donde los edificios, independientemente de su tiempo, se interrelacionan y juzgan según criterios conceptuales. Esta visión atemporal de los fundamentos y los tipos estructurales se complementa con referencias a los diferentes resultados espaciales y efectos tectónicos que éstos implican, utilizando para ello tanto edificios reconocidos de la arquitectura como construcciones tradicionales que, muy a menudo, resultan ser ejemplos más claros a la hora de entender estos conceptos.

Después de este sintético y, yo diría, ejemplar capítulo centrado en los principios estructurales, el libro dedica los dos últimos a las referencias: referencias de proyecto y de detalles constructivos. La presentación de éstas, los dibujos y los códigos utilizados, resultan enormemente claros y didácticos, siendo digno de mención este aspecto por cuanto no es habitual un esfuerzo similar en hacer más inteligibles los contenidos gráficos. Este hecho también permite realizar un estudio comparativo de las distintas soluciones y asegura un ejercicio académico que, creo, es indispensable. No obstante, conviene decir que, siendo la selección de ejemplos de indudable calidad, ésta peca de demasiado específica, por cuanto la mayoría de los proyectos, si no la totalidad, pertenecen a soluciones suizas o centroeuropeas. Esta selección es lógica si tenemos en cuenta la procedencia del autor y, desde luego, a quién va dirigido el manual en términos académicos. De hecho, la normativa suiza viene a ilustrar y a regir la mayor parte de los proyectos y detalles desgranados en el texto. Pero también es verdad que la ambición y la calidad del libro, en coherencia con el carácter más general y universal de los primeros capítulos, podría haber sugerido una mayor presencia de otros ‘modelos constructivos’. En cualquier caso, todo ello se puede suplir con un juicio crítico respecto a lo ofrecido por estos ejemplos, capaz de extraer principios más generales acordes con un pensamiento arquitectónico más reflexivo. Teniendo en cuenta que el libro pretende ser fundamentalmente de texto —aunque sin duda es un libro de lectura muy recomendable para cualquier arquitecto— este ejercicio es, en todo caso, positivo.

Un libro pues de construcción, pero que a mi entender es uno de los más interesantes que se han escrito sobre arquitectura durante los últimos años. Un libro que debería figurar en cualquier bibliografía académica pero, desde luego y sobre todo, en las bibliotecas de los arquitectos. Un antídoto ante tanta banalidad y desconocimiento de la inexorable realidad física de la arquitectura. Un libro que permite descubrir contenidos ciertos de la forma arquitectónica frente a la visión más caligráfica y banal de la misma.



Libros reseñados:

Construir la arquitectura

Del material en bruto al edificio. Un manual

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