Figuración y abstracción han sido polos enfrentados de un debate que en el campo de la arquitectura se ha confundido a menudo con la tensión entre tradición y modernidad. De hecho, el movimiento posmoderno de los años ochenta del pasado siglo reclamaba la figuración, sobre todo en la variante clasicista, como un revulsivo contra la abstracción de la vanguardia moderna. El primer número de Arquitectura Viva, que apareció en 1988, daba cuenta del surgimiento de la deconstrucción como un retorno a las formas fragmentadas de la vanguardia rusa frente a la extensión de la posmodernidad más azucarada, pero ya en el segundo número de la revista —que tenía por significativo título ‘Nueva figuración’— autores como Christian Norberg-Schulz abogaban por una arquitectura inteligible que usara las formas clásicas como recurso expresivo, en la línea de Robert Venturi y Aldo Rossi, pero también en sintonía con el redescubrimiento de los valores plásticos en la obra tardía de Le Corbusier...[+]