La arquitectura modular ha sido, y sigue siendo, uno de los temas más fascinantes a los que se ha enfrentado el arquitecto desde el punto de vista del pensamiento racional, y permite además remontarse a la infancia para recuperar esos juegos de construcción que se recuerdan con nostalgia. La caja de piezas que se dispone hace posible inagotables combinaciones, salvo que en lugar de encajar pequeños ladrillos de madera y plástico, se pueden encajar módulos estructuralmente autónomos con infinitas posibilidades.
La atracción por la seriación y la cadena de producción se remonta a las primeras décadas del siglo, y su origen se encuentra en la fascinación que la industria produce tras la revolución introducida por Henry Ford en el proceso de fabricación. En ese momento se auguraba que la prefabricación masiva de viviendas abarataría los costes y, como ocurría en cualquier otro bien de consumo, permitiría a grandes sectores de la población el acceso a un mercado muy amplio. Sin embargo, el desarrollo del último siglo ha puesto de manifiesto que la industria del automóvil y de la vivienda han discurrido por caminos completamente diferentes.
Los arquitectos, desde la época clásica, han trabajado siempre bajo las premisas de la modulación y coordinación dimensional, pero el concepto de arquitectura modular no aparece hasta el siglo XX. Anteriormente, el primer impulso a la prefabricación fue debido a la Fiebre del Oro en Estados Unidos de 1848; dos años después, sólo en el área de Nueva York, más de 5.000 viviendas fueron transportadas hacia California para hacer frente a las nuevas necesidades migratorias.
Modulación y prefabricación
A principios del siglo XX, la expansión comercial de la vivienda prefabricada era tal que ya se empezaba a disponer de un catálogo de viviendas en Estados Unidos, como el que Sears Roebuck & Co., de 1910, presentaba en madera. La irrupción del hormigón armado en la construcción permitió también el desarrollo de nuevas soluciones, como el sistema mixto de Frank Lloyd Wright, de 1920, que combinaba hormigón prefabricado con trabajos in situ.
El gran impulso de la vivienda prefabricada tuvo lugar tras la ii Guerra Mundial, debido fundamentalmente a dos factores: la necesidad de construcción masiva en un periodo muy corto de tiempo y el desarrollo industrial de los medios de producción y transporte. Los grandes arquitectos del siglo XX participaron en el desarrollo de la vivienda modular, convencidos de que la arquitectura debía adaptarse al progreso tecnológico mediante la industrialización del proceso constructivo.
La prefabricación pesada por medio de paneles de hormigón fue el escaparate de la reconstrucción europea a partir de los años 1950, especialmente en Europa del Este, donde la construcción barata y masiva era la premisa fundamental. Frente al hormigón, la prefabricación ligera se desarrolló mediante paneles metálicos con estructuras de entramados. Su exponente más conocido fue el francés Jean Prouvé, que desarrolló no sólo los famosos módulos de cocinas y baños prefabricados, sino que fue uno de los precursores de las formas de producción por componentes de materiales ligeros.
En España, tras la Guerra Civil, surgieron las mismas necesidades de vivienda que en el resto de Europa. Para solucionarlas, el Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento, dirigido por Eduardo Torroja, propuso en 1949 un Concurso Internacional de Ideas para la construcción anual de 50.000 viviendas. La convocatoria fue un éxito, con 89 propuestas de 17 países que ponían de manifiesto el estado de la técnica del momento.
A partir de los años 1970, debido a la crisis económica, la reducción de la demanda de vivienda y la imposición reglamentaria, el desarrollo de la construcción modular se ve bruscamente frenado. Las dos últimas décadas han estado caracterizadas por la transformación de los sistemas cerrados en la prefabricación abierta de componentes, lo que permite una mayor adaptabilidad a las necesidades del mercado, y las mejoras en la logística y el transporte han aumentado el radio de acción de las plantas de prefabricación.
Seriación y versatilidad
Las casas modulares se caracterizan porque cada pieza que interviene en el diseño es estructuralmente autónoma, recurriéndose habitualmente a soluciones pesadas —mediante muros para revestir portantes o autoportantes de hormigón que se unen con juntas secas— o bien a estructuras ligeras metálicas o de madera, atornilladas o clavadas in situ. Los fabricantes, tanto de prefabricados de hormigón como de perfiles metálicos, han encontrado en las soluciones completas un nuevo mercado donde desarrollar sus productos, proponiendo un catálogo de piezas más o menos personalizables que es notablemente amplio. Un divertido juego es el que propone en su catálogo la empresa gallega de prefabricados de hormigón Aplihorsa. Con una veintena de módulos básicos que incluyen ciertas estancias predefinidas, consta de otra decena de módulos extra que permite una gran versatilidad en la solución final ejecutada mediante muros portantes perimetrales de hormigón visto y forjados de losas alveolares.
En general, la prefabricación en la construcción surge de la necesidad de transportar un edificio por partes a un lugar donde, por diversas razones, no puede ser construido por métodos tradicionales, y es la excusa perfecta para poder jugar con las piezas de construcción. Los catálogos de soluciones técnicas, tanto en cerramientos como en distribución interior y acabados, son los mismos que se emplean en la construcción tradicional, salvo que vienen determinados por la adaptación al módulo base. Esta circunstancia permite el intercambio de paneles ciegos con acristalados, la sustitución de fachadas por tabiques y la adición sucesiva de otros módulos, siempre partiendo de la coordinación dimensional y el ajuste a la modulación base.
Como mecanismo de control geométrico, la modulación permite soluciones constructivas óptimas susceptibles de aplicarse en diferentes contextos, pero también puede ser un mecanismo de exploración formal.
El transporte de pequeños módulos que se acoplan en obra es el más habitual, siempre y cuando los condicionantes del transporte no los limiten. Los arquitectos uruguayos MAPA diseñaron para la Finca Aguy en Maldonado (Uruguay) un pequeño refugio yuxtaponiendo dos módulos prefabricados de madera y acero, con la intención de reducir el impacto de la construcción en el entorno.
Las soluciones modulares actuales se caracterizan fundamentalmente por su versatilidad a la hora de adaptarse a numerosos condicionantes, tanto técnicos como de diseño. Es el caso del aulario de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, obra de F415 Arquitectura, que debía reunir tanto la zona de aulas como las salas de estudio dentro de un entorno urbano. La estructura metálica atornillada y los cerramientos de policarbonato y chapa perforada dan lugar a una estructura muy ligera desmontable y recuperable.
Los sistemas industrializados cuentan como gran ventaja que, una vez realizada una planificación exhaustiva y pormenorizada, la reducción de costes y especialmente de plazos resulta notable frente a la construcción tradicional. Esto ha sido posible en las últimas fechas gracias a una disminución de las necesidades de inversión en las plantas de prefabricación, así como a la reducción de los volúmenes de obra necesarios para rentabilizar la producción. Gracias a la prefabricación abierta por componentes, la construcción modular permite la adaptación de un mismo diseño a diversos factores ambientales y funcionales, y con ello la adaptación de la arquitectura al lugar.
Las soluciones ligeras, generalmente metálicas o de madera, cuentan con la ventaja de minimizar los requisitos de cimentación y de impacto en el terreno, de manera que se puedan disminuir asimismo los costes en estas partidas. Esta circunstancia es fundamental a la hora de diseñar viviendas de muy bajo coste, como es el caso de la Casa S, de Vo Trong Nghia Architects, con sus propuestas para poblaciones rurales del Delta del Mekong en Vietnam. Tanto en el primer prototipo que contaba con estructura metálica como en el segundo de pórticos de hormigón, el sistema se basa en la combinación modular de cerramientos y tabiquería con uniones muy sencillas. Asimismo, la ligereza permite el transporte fluvial en pequeño botes.
Arquitectura de emergencia
La arquitectura de emergencia ha sido también uno de los campos donde se ha aplicado con más éxito. Algunas propuestas, como el sistema RE:BUILD concebido por el arquitecto iraní Pouya Khazaeli y el británico Cameron Sinclair y desarrollado por el fabricante italiano Pilosio, permiten realizar módulos muy baratos combinando como estructura portante andamios con cerramientos de rejillas metálicas que sirven de encofrado a diversos tipos de materiales naturales. En el caso de las escuelas del campamento de refugiados de Za’atari en Jordania se ha empleado la propia arena del desierto, mientras que en una clínica en Mogadiscio (Jordania) está previsto que se opte por grava de una cantera local.
Algunas soluciones se plantean para ser móviles. Este planteamiento es el que se encuentra detrás de la casa Koda, una micro vivienda de 30 metros cuadrados que el colectivo estonio Kodasema ha diseñado para sea desinstalada y vuelta a montar en siete horas. Con ello se cierra el círculo que, desde la modulación geométrica y constructiva llega hasta el rápido montaje in situ, pasando parcialmente por la fábrica.
David Mencías Carrizosa es investigador contratado en la ETSAM-UPM