La primera imagen que evoca la arquitectura popular en relación con el empleo de las celosías sugiere al arte de ver y no ser visto. Tradicionalmente, el uso de la celosía como elemento de cierre de huecos, integrada en la envolvente, ha estado muy extendido, tanto por condicionantes culturales como climáticos, ya sea para procurar protección solar o para ocultar el interior del edificio sin perder la posibilidad de conexión visual con el exterior.

La arquitectura mediterránea también ha contado con este elemento tradicional, como el brise soleil francés o las mallorquinas del levante español. La función visual y de protección solar se encomienda a una capa exterior, mientras que la de protección ambiental, higrotérmica y acústica se deja irremediablemente a otra interior. Por tanto, se trata de cerramientos de doble hoja con funciones separadas, donde es necesario que una hoja interior, ya sea opaca o transparente, sirva de barrera física...