Opinión 

Cuentos de hadas


Castillo de la Bella Durmiente, Disneyland, California

En contraste con la sensibilidad pop de Las Vegas, que aumenta de escala los objetos cotidianos para convertirlos en iconos publicitarios, pero utilizando similares métodos constructivos, Disney miniaturiza la arquitectura para trasladarla a la infancia; Michael Graves usó a los enanitos como cariátides en el edificio central de Burbank, y no hay emblema mejor de este universo que los hombres diminutos. A diferencia de otro gran dibujante, el belga Hergé, que con su línea clara reducía Cheverny a Moulinsart, el norteamericano empleaba las estructuras de la carpintería teatral y la escultura monumental para multiplicar la anécdota hasta el paroxismo: Luis II de Baviera parece contenido si se compara con la secuencia de castillos de la Bella Durmiente o Cenicienta en las diferentes Disneylandias o Magic Kingdoms. Su mirada contamina la nuestra, desdibujando los límites entre la historia y el relato en un plano inclinado que nos hace deslizarnos de lo genuino al juguete a través de la réplica: de Bohemia al Tirol pasando por un castillo belga que se duplicará en Holanda como hotel temático y palacio de bodas. Es, en efecto, un mundo azucarado de enanos y mascotas; pero también un mundo mágico y onírico que nos acoge en el útero encantado de nuestra infancia desvanecida...[+]


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