Explora Hotel, Isla de Pascua
José Cruz Ovalle 

Explora Hotel, Isla de Pascua

José Cruz Ovalle 


Situada en medio del Pacífico, la Isla de Pascua, con sus 163 kilómetros cuadrados y sus 3.000 habitantes, es uno de los lugares más remotos del planeta. Este aislamiento se acentúa por el hecho de no formar parte de ningún archipiélago. La presencia del inmenso océano se manifiesta en el insoslayable horizonte que, curvándose en ese mar esférico que la circunda, suscita la sensación de hallarse suspendido en medio de lo desconocido.

Tener que construir en un contexto de estas características suscita el deseo de diseñar un edificio que se funda con la tierra —se hunda o se levante levemente para subir o bajar el horizonte— y de hacer vibrar la relación entre la tierra, el cielo y el mar, de modo que el lugar establezca una nueva relación entre la proximidad y la lejanía. Un orden que se materializa mediante muros que se hincan o se alzan ligeramente, cuyo trazado propone recibir el espacio de la isla desde su isotropía, sin delante ni detrás, con una distribución que permite disponer de diversos recorridos al deambular y disfrutar de múltiples visuales al detenerse.

Una vez que los muros se ensanchan hasta adquirir el espesor que los hace habitables, entra en juego el cielo. Mediante las cubiertas de madera se dilata el espesor de estas paredes a través de la expansión de sus sombras. En este clima subtropical, el proyecto propone la graduación completa del espacio entre el interior cerrado y el exterior abierto. La arquitectura del hotel podría entenderse como la reverberación de un extenso umbral que se prolonga en el arco de esos múltiples matices: espacios cerrados, semicerrados, cubiertos, semicubiertos, parapetados o abiertos, cada uno de los cuales, a su vez, puede estar hundido, semihundido, a nivel, sobre nivel o elevado.

El edificio responde al abismo oceánico con lo que ha sido denominada espacialidad en coro: una descomposición de la obra en diferentes cuerpos, levemente despegados, en una proximidad que los mantiene a punto de tocarse. La tensión de esta contigüidad evoca el modo en el que se separan entre sí los distintos bloques tallados que conforman las características esculturas de medio cuerpo de la cultura pascuense —moáis—, erguidas sobre su gran zócalo. Podemos aventurar que los primeros habitantes de la isla trataron de contrarrestar la abrumadora presencia del océano y su horizonte, con estos monumentos en los que su basamento reúne lo vario y levemente diverso de los moáis, del mismo modo en el que la horizontal de las aguas del mar reúne las distintas islas de un archipiélago.

La planta de contornos sinuosos consta de un núcleo —donde se encuentra la recepción, salas de estar, bar, áreas de cocina y de servicios— y de dos brazos de más de 90 metros de largo, que se extienden en direcciones opuestas, donde se disponen treinta habitaciones.

La isla, nacida de la actividad volcánica de la Placa de Nazca sobre la que se asienta, se define en sus tres vértices por tres volcanes, quedando el resto del territorio salpicado con más de 70 cráteres. Por este motivo, para la construcción del hotel además de madera —presente en revestimientos exteriores, interiores, pavimentos y carpinterías—, se utiliza piedra volcánica, usada desde siempre por los habitantes de la isla en sus edificaciones. Con ésta se construye un zócalo que enfatiza la relación del edificio con la tierra... [+]


Obra

Hotel Explora, Isla de Pascua (Chile).

Cliente 

Explora S.A.

Arquitecto

José Cruz Ovalle. Colaboradores: Ana Turell, Hernán Cruz, Juan Purcell (asociados); Soledad de la Cuadra, Sebastián Maze. Consultores: R.G. Ingenieros/Mario Wagner (estructura). 

Contratista

GHG.

Fotos

 Sebastián Sepúlveda; Juan Purcell.