The domestic fringe

Victoria Acebo  Ángel Alonso 


Sobre una parcela llana de mil metros cuadrados poblada de pinos, los propietarios, un matrimonio joven, querían edificar una casa de vacaciones con una pequeña piscina y un pabellón para invitados ocasionales. Con el fin de aprovechar al máximo el jardín y la orientación soleada, se ha huido de una solución centrada, optando por una planta de carácter longitudinal adosada al lindero noreste.

Hay dos recursos sencillos que permiten mantener la unidad del programa: en primer lugar, un muro doble de 32 metros de longitud que acompaña el recorrido desde la entrada hasta el pabellón, ofreciendo una fachada ciega al terreno colindante. Entre las dos pieles que lo forman, este elemento alberga los espacios auxiliares de la casa: los aseos, la escalera, el cuarto de calderas y la depuradora de la piscina. En la piel interior se abre un patio anexo al baño de invitados, además de la chimenea y el hueco de acceso a la escalera, iluminada por un lucernario.

En segundo lugar, un plano continuo de madera que acota el proyecto en planta y determina el límite entre el orden natural del bosquecillo y el artificial de la arquitectura. Sobre este plano se desarrollan dos intervenciones opuestas y casi metafóricas, la caja maciza de piedra de la cocina, y el volumen excavado correspondiente a la piscina. El espacio interior se organiza entre estos dos elementos, el muro y el plano del suelo. En un volumen cerrado superior se aloja un programa de dormitorios que comunica en sección con la planta baja, componiendo el cubo de 6 x 6 metros que limita con su altura el espacio diáfano del salón.

La construcción es sencilla y responde a la organización lineal: el muro actúa como estructura de carga en uno de los laterales, mientras que en el otro se ha recurrido a pilares metálicos para conseguir la máxima transparencia al jardín. El suelo de madera y la piedra de la cocina oponen sus texturas al abstracto revoco blanco que destaca entre los pinos…[+]