Contenido
Naturaleza artificial. Que el lenguaje de la geometría escribe el libro de la naturaleza lo intuían ya los antiguos, pero que la arquitectura redacta el de la biología plantea nuevas perspectivas sobre el orden matemático y la forma de jerarquizar el mundo, tanto a las grandes escalas como a las diminutas; la tensegridad, término acuñado por Buckminster Fuller tras conocer los trabajos pioneros de Kenneth Snelson, se traslada de las esculturas a las construcciones, y se puede aplicar también a los organismos e incluso a las células, presentándose como el penúltimo elemento de la superorganización biológica.
Sumario
Pedro García Barreno
Tensegridad
Arquitectura, arte, biología
Protagonistas y secundarios,
entre Fuller y Snelson
Estructuras en equilibrio,
pretensadas y geodésicas
Biotensegridad,
¿nuevo paradigma?
Construcción en verde. Cuanto más lejos de la naturaleza, más cerca queremos estar de ella. Aquí, doce obras persiguen un mismo objetivo, transformar espacios artificiales en naturales: un museo en San Francisco ofrece un manifiesto sostenible; un jardín botánico en Fukuoka recrea un paisaje orgánico; unas oficinas en Frankfurt incorporan jardines a los despachos; un dosel en Medellín esboza una plantación floral; un paseo termal chileno se adapta a una quebrada; un café en Hanoi reivindica el bambú; diez prismas japoneses sirven como jardineras y residencia; una casa en Nîmes oculta sus límites con la vegetación, un refugio estival en Bombay se incorpora a un palmeral; una pasarela en Londres se eleva hasta las copas de los árboles; un aseo en Austin se camufla en el parque; y una tumba crea un evocador lugar en Piribebuy.
Renzo Piano, Estados Unidos
Toyo Ito, Japón
Ingenhoven, Alemania
Planb y Jprcr, Colombia
Germán del Sol, Chile
Vo Trong Nghia, Vietnam
Sou Fujimoto, Japón
R&Sie(n), Francia
Mumbai Studio, India
Marks Barfield, Reino Unido
Miró Rivera, Estados Unidos
Solano Benítez, Paraguay
Argumentos y reseñas
Dos aniversarios. Mientras el primer escrito programático de las vanguardias que veneraba la velocidad cumple cien años, el darwinismo llega a los 150 años de polémica sobre la mutación de las especies y de las formas.
Arte / Cultura
Francisco de Gracia
Memoria del Futurismo
Luis Fernández-Galiano
La evolución de las formas
Arte extremo. El artista y arquitecto chino Ai Weiwei presenta en España su primera exposición en Ivorypress, y la pareja suiza Fischli y Weiss se explica a través de dos animales de peluche, Rata y Oso, que ocupan el Reina Sofía.
L. F.-Galiano y M. Anglès
Weiwei, el arte como síntoma
Javier Montes
F&W, la casa del padre
Pequeñas revistas. La renovación intelectual de la arquitectura durante los años sesenta y setenta se refleja en las revistas radicales de la época: una página web y una exposición itinerante reúnen originales y facsímiles.
Historietas de Focho
Madrid en crisis
Autores varios
LibrosÚltimos proyectos
Casas de animales. Los estudios de comportamiento animal han establecido los criterios de bienestar en los zoológicos y, en consecuencia, las reglas de construcción de unos recintos que tratan de recrear con la mayor precisión posible su hábitat natural. Cuatro ejemplos desarrollan espacios acondicionados: una cubierta acristalada para los elefantes en Copenhague; dos volúmenes curvos para las jirafas en Dresde; grandes lucernarios para los simios en Frankfurt; y jaulas expresionistas para los guacamayos en Barcelona.
Técnica / Diseño
Norman Foster, Copenhague
Manada bajo el cristal
Heinle y Wischer, Dresde
Damas de la sabana
Fay/Liquid, Frankfurt
Jungla de hormigón
Batlle y Roig, Barcelona
Exotismo encerrado
Para terminar, la gran dama de la arquitectura canadiense Phyllis Lambert recuerda la trayectoria de Arthur Erickson, recientemente desaparecido en su Vancouver natal, y autor de una obra que reconciliaba paisaje y construcción.
Productos
Ferias
Phyllis Lambert
Un constructor de paisajes
Luis Fernández-Galiano
Construcciones vivas
Antes o después, esta revista tenía que ocuparse de la arquitectura de la vida. En el 200 aniversario del nacimiento de Darwin —que es también el 150 de la publicación de El origen de las especies—, Arquitectura Viva ha querido sumarse a la efemérides, que por cierto coincide con nuestro propio veinticinco aniversario, con un número en el que doce construcciones se enredan con el mundo vegetal hasta confundirse con él, y otras cuatro proponen alojamientos para diferentes animales que replican o evocan su entorno natural. Esta doble excursión arquitectónica a la botánica y a la zoología se complementa con un examen de la influencia de las ideas darwinistas en el diseño —propiciando que los objetos o los edificios se interpretaran como producto de la evolución de las formas—, y con un extenso relato de los orígenes en Kenneth Snelson y Buckminster Fuller de la tensegridad, un concepto que aplicado a organismos o incluso a células permite dar pasos hacia la ‘gran unificación’ de la biología, como en su día hiciera la teoría de la evolución.
Este último artículo, del médico y científico Pedro García Barreno, que publicamos aquí aliviado de citas y aparato bibliográfico, tiene a mi juicio una importancia excepcional, porque sobre documentar con rigor los inicios zigzagueantes de la tensegridad en la arquitectura, el arte y la ingeniería, vincula este trayecto con la más reciente investigación biológica, ofreciendo destellos deslumbrantes sobre lo que la biotensegridad puede suponer hoy para el conocimiento del mundo vivo y para la fertilización cruzada entre la biología y el diseño. Cuando los museos de Ciencias Naturales homenajean a Darwin —desde el de Madrid con las láminas de animales trazadas por Albertus Seba, un farmacéutico holandés del siglo xviii, y hasta el Fitzwilliam de Cambridge con su muestra sobre los fundamentos visuales del pensamiento evolutivo— todos se recrean en la variedad infinita de las formas; pero el genio del científico residió en hallar la unidad subyacente a esa diversidad, y no otra cosa propone la biotensegridad actual.
Llegado a este punto, no tengo más remedio que desvelar una querencia personal que me impide transitar distraídamente por este asunto. Nieto, hijo y hermano de biólogos, he vivido inmerso en esa disciplina, fui director de una serie sobre biología y diseño que en 1980 publicó la primera edición en español de Sobre el crecimiento y la forma —la obra clásica de D’Arcy Thompson que desde su aparición en 1917 tanta influencia ejerció sobre las vanguardias—, además de libros sobre el diseño mecánico en los organismos o las analogías biológicas en la arquitectura, y mi tesis doctoral de 1982 sobre arquitectura y termodinámica acabaría dedicando apartados a los vínculos entre edificios, seres vivos y máquinas, a la relación paradójica entre evolución y entropía, o a los mecanismos orgánicos como inspiradores de una construcción biotécnica. Transcurrido más de un cuarto de siglo desde entonces, me atrevo a sugerir que la arquitectura puede todavía recorrer estos caminos, y el texto de García Barreno ofrece para ello un mapa y una brújula.