El nuevo recinto para los elefantes se sitúa al norte del Zoo de Copenhague, con vistas hacia los jardines reales de Frederiksberg. Sustituye a la antigua instalación, de la que hereda el nombre: la Casa de los Elefantes. Consta de dos partes, una al aire libre y otra a cubierto. El ámbito exterior, excavado unos tres metros de profundidad en el terreno, tiene una superficie de 2.500 metros cuadrados y se asemeja al cauce de un río, donde los paquidermos disfrutan bañándose. Para lograr que el lugar sea lo más semejante posible al hábitat de los elefantes asiáticos, dentro del foso se disponen charcas de barro, explanadas de arena y zonas arboladas. Un sendero rodea el foso por el borde, descendiendo hasta la entrada de la Casa propiamente dicha, donde se abre una plaza soleada como anticipo del espacio interior.

El proyecto ha seguido las recomendaciones proporcionadas por los estudios sobre el comportamiento de los elefantes. La tendencia de los machos a permanecer alejados del resto de la manada aconsejó un esquema organizado a partir de dos recintos separados. Ambos se cubren con una cúpula ligera acristalada que garantiza la iluminación y la sensación de apertura en un tipo edificatorio generalmente oscuro y cerrado. Los espacios interiores mantienen una fuerte conexión visual con el cielo y con la luz cambiante a lo largo del día. Un patrón que imita el follaje de un árbol cubre parcialmente los vidrios de la cúpula, sombreando el interior.

Desde la entrada a la Casa, a través de una gran cristalera, puede verse el establo para la manada —seis hembras más las crías—, cuya superficie es vez y media la que ocupaba anteriormente todo el conjunto. El suelo está cubierto con una capa de arena de medio metro de espesor, para mayor comodidad de los animales. En el extremo opuesto a la entrada se abre un mirador hacia el recinto exterior. Dentro de la Casa, una rampa de suave pendiente conduce a la planta baja. A lo largo de la rampa, varios paneles expositivos relatan la historia cultural de los elefantes. Desde allí también se ve el interior del establo de los machos —hay dos—, situado bajo la cúpula acristalada de menor tamaño. Como en la antigua casa de los elefantes, los visitantes pueden acercarse mucho a los animales, oír sus ruidos y notar su olor. Entre humanos y paquidermos se interpone una barrera de cuerdas de fibra de carbono electrificadas. El suelo está igualmente cubierto de arena y los cuidadores esconden el forraje bajo la misma para que los elefantes se dediquen a buscarlo. Desde el establo de la manada se accede a un centro científico en el que mediante instalaciones interactivas y exposiciones se explica la biología de los elefantes y las acciones realizadas para su conservación.

Los recintos de los animales están enterrados en el terreno, garantizando el aislamiento térmico de los muros perimetrales, así como la integración del edificio en el entorno. El color rojizo del hormigón y su encofrado de tablas bastas de madera proporcionan un tono terroso y una textura rugosa que crean un contexto adecuado para los animales. Las cubiertas acristaladas cuentan son un sistema de recuperación del calor, así como con posibilidad de abrirse para ventilar naturalmente... [+]