Carlos Verdaguer

Enfrentada a una cada vez más acuciante crisis económica y a un irreversible proceso de occidentalización, la opulenta sociedad japonesa está empezando a poner en cuestión un modelo de crecimiento desmesurado y desordenado, cuyos efectos se han paliado hasta el momento a base de gigantescos insumos financieros, energéticos y materiales. Ante el panorama de dualización social y de cambios de estilo de vida que se anuncia, los agentes responsables de la construcción del territorio han empezado a volver la mirada hacia el urbanismo como disciplina. El problema con el que se enfrentan es la práctica ausencia allí de reflexión urbanística desde hace más de tres décadas, cuando los metabolistas propusieron sus utopías biotecnológicas. Y así, Japón lleva buscando referentes desde principios de esta década en el urbanismo europeo. Uno de los ejemplos que más interés ha suscitado ha sido la IBA de Berlín, que ha inspirado tanto el famoso conjunto Nexus de Fukuoka (véanse Arquitectura Viva 11 y 23) como el programa Art- Polis de Kumamoto (véase Arquitectura Viva 52). Al frente de estas intervenciones ha estado Arata Isozaki, verdadero factótum ideológico de este incipiente renacimiento urbanístico. Aunque ha sido él también quien ha impulsado, junto con la prefectura de Gifu, esta promoción de 420 viviendas sociales a desarrollar en dos fases, son numerosos los aspectos que la distinguen de los proyectos de inspiración berlinesa. 

Uno de los rasgos más llamativos desde el punto de vista mediático es la decisión por parte de Isozaki de proponer a cuatro arquitectas para realizar cada uno de los cuatro sectores del plan, trazado con anterioridad por su estudio. Las invitadas han sido dos japonesas, una británica y una norteamericana. De ellas, tan sólo Kazuyo Sejima tiene un reconocido prestigio internacional. Su compatriota Akiko Takahashi y la británica Christine Hawley, de Cook & Hawley, son prácticamente desconocidas fuera de sus países, mientras que la norteamericana Elizabeth Diller, de Diller & Scofidio, ha conseguido cierto renombre por sus instalaciones museísticas. Esta voluntad de no acudir al star system arquitectónico es otro de los rasgos diferenciadores de la operación.

El hecho de que la decisión de contar exclusivamente con arquitectas no parezca haberse traducido en ningún rasgo común ‘específico’ puede interpretarse de diversas formas pero sería aventurado extraer generalizaciones más allá de la constatación de que ser mujer no implica automáticamente un enfoque ‘de género’ en el ámbito profesional. Por otra parte, dicho enfoque, cuando se hace consciente, suele incidir en gran medida en aspectos referidos al espacio urbano, un elemento que en este caso venía impuesto por el plan.

Desde la perspectiva del panorama japonés, sin embargo, el aspecto más excepcional reside en la circunstancia de que se trata de un programa de vivienda social, un concepto prácticamente inexistente en el Japón de los últimos treinta años, lo cual muestra el reconocimiento de las nuevas necesidades que puede suscitar el escenario de crisis. En cuanto al carácter experimental de la intervención, se refleja en la petición a las arquitectas de realizar sus propuestas sin tener en cuenta el solar en el que se iba a construir el proyecto, concentrándose en el diseño de las unidades de vivienda de 70 metros cuadrados.

En cualquier caso, el modelo urbano elegido, consistente en un conjunto de cuatro bloques lineales exentos dispuestos perimetralmente en torno a un gran espacio público, todo ello envuelto por un franja periférica de aparcamiento, es otro de los rasgos que llaman la atención, tanto porque parece remitirse a precedentes europeos abandonados hace varias décadas—el Team X o los estructuralistas holandeses— como por la generosidad en la provisión de espacio comunitario en unas condiciones de gran escasez de suelo.

Conceptos similares
A pesar de esta generosidad espacial, la estrecha gama de soluciones distributivas y tipológicas que permite el bloque lineal ha conducido a que las cuatro propuestas sean conceptualmente muy similares: bloques sobre pilotis con la planta baja abierta; galerías de distribución a norte; espacios vivideros a sur; y combinación de unidades sencillas, dúplex y tríplex, en cada bloque. Dentro de esta similitud general, se puede establecer un segundo orden de familiaridad entre los proyectos de las dos japonesas, regidos por la austeridad, mientras que en las propuestas de la norteamericana y de la británica domina un afán más expresivo. En el caso del proyecto de Liz Diller, esto se refleja en un escalonamiento de las unidades en planta algo gratuito, mientras que el bloque de Christine Hawley se retuerce y fragmenta para adaptarse al torturado límite del solar. Sin embargo, aunque su afán de sobrediseño carece de la elegancia del proyecto de sus colegas japonesas, el de Hawley es el que mejor responde al requerimiento de diversidad y escala doméstica. Por otra parte, detalles como las barandillas para ventilar los futones bajo las ventanas de la cara sur son los que más se acercan a un enfoque de género.

Algunos aspectos críticos comunes, como son las distancias excesivas de algunas unidades desde los núcleos de escaleras, son achacables a la tipología elegida. Otros, como la ausencia de todo tipo de protección solar debido a la dependencia exclusiva del aire acondicionado, revelan una actitud inquietante por parte de los promotores frente a los gravísimos problemas ambientales que sufre Japón.

En cualquier caso, terminada la primera fase, el proyecto se ofrece ya como un nuevo paso en la revisión japonesa de las morfologías históricas urbanas occidentales. En esta ocasión, sin embargo, la elección del modelo parece poco afortunada en relación con las condiciones particulares del país. El desarrollo de modelos urbanísticos propios sigue siendo, pues, una asignatura pendiente para Japón…[+]


Obra
Conjunto de viviendas sociales en Motosu, Gifu, Japón.

Cliente
Prefectura de Gifu.

Arquitectos
Arata Isozaki (plan director y coordinación), Kazuyo Sejima, Akiko Takahashi, Elizabeth Diller, Christine Hawley (con A. Ashton, A. Porter y S. Sekkei).

Fotos
Jordi Bernadó; Nakagama; Shinkenchiku-sha; Tomio Oashi.