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Obras singulares.La condición de figuras consagradas de sus autores, el significado político de los proyectos y el carácter emblemático de sus emplazamientos ha convertido en excepcionales tres obras aún no culminadas: la remodelación del Reichstag que lleva a cabo Foster para trasladar a Berlín el Parlamento de la Alemania reunificada; la gigantesca cúpula expositiva que levanta Rogers en la península londinense de Greenwich para celebrar el cambio de milenio; y las dos rocas cristalinas que ultima Moneo junto a la desembocadura del Urumea para alojar el nuevo palacio de congresos donostiarra.
Sumario
Sebastian Redecke
Resurrección y simbiosis
El Reichstag de Foster
Paul Goldberger
La medida del tiempo
Rogers y la Cúpula del Milenio
Joan Sabaté
Transparencia densa
El Kursaal de Moneo
Edificios: proyectos y realizaciones
Tecnologías aplicadas. Jean Nouvel maneja con precisión el vocabulario industrial en un gran contenedor cultural coronado por un interminable plano de cubierta que refleja las aguas del lago de Lucerna; y Renzo Piano recupera desde la técnica contemporánea los elementos más característicos de la tradición vernácula en otro centro cultural que se levanta en Nueva Caledonia.
Arquitectura
Stanislaus von Moos
Efectos especiales
Nouvel en Lucerna
François Chaslin
La catedral frágil
Piano en Nueva Caledonia
Ángulos agudos. Coop Himmelb(l)au ha terminado en el centro de Dresde un palacio del cine alojado en dos espectaculares y afilados volúmenes de hormigón y vidrio; y Daniel Libeskind ha recurrido a una arquitectura de planos inestables y acabados ásperos para materializar en Osnabrück un museo dedicado al pintor Félix Nussbaum, víctima del Holocausto nazi.
Claudia Kugel
Iceberg y búnker
Coop Himmelb(l)au en Dresde
Richard Ingersoll
Pasaje sin salida
Libeskind en Osnabrück
Libros, exposiciones, personajes
Materia y lugar. Peter Zumthor ha recibido el premio Carlsberg por su obra matérica y trascendente; y Rafael Moneo reivindica el diálogo con el lugar a propósito de su última obra española, el Ayuntamiento de Murcia.
Arte / Cultura
François Chaslin
Zumthor, premio Carlsberg
Antonio González Serna
Entrevista con Rafael Moneo
Paisajes de la memoria. Peter Eisenman ha proyectado un laberinto ordenado en memoria de las víctimas del Holocausto; y David Chipperfield ampliará el cementerio veneciano de San Michele con una propuesta silenciosa. Luis Fernández-Galiano
Berlín: laberintos del orden
Francesco Fresa
Venecia: la isla del silencioGénero biográfico. La estatura de los grandes personajes se redimensiona a través del relato que incorpora la peripecia vital, como muestran la autobiografía de Wright, traducida al español, y una polémica biografía de Stirling.
Historietas de Focho
Carlos Raúl Villanueva
Autores varios
Libros
Interiorismo, diseño, construcción
Femenino plural. El modelo de la IBA berlinesa ha inspirado el programa que se está llevado a cabo en la ciudad japonesa de Gifu, donde sobre un plan urbanístico trazado por Arata Isozaki, dos arquitectas japonesas, una norteamericana y otra británica han sido invitadas a proyectar vivienda social, ateniéndose a los estrictos límites que impone el bloque lineal.
Técnica / Estilo
Carlos Verdaguer
Viviendas sociales en Gifu
• Kazuyo Sejima
• Akiko Takahashi
• Elizabeth Diller
• Christine Hawley
Para terminar, Ignacio Paricio y Jaume Avellaneda ofrecen un extenso análisis de las posibilidades constructivas y expresivas de los aplacados de piedra; y Adela García-Herrera apunta las visiones casi contrapuestas que han ofrecido dos eventos simultáneos: la I Bienal Iberoamericana de Arquitectura, y la primera edición del premio Mies de Arquitectura Latinoamericana. I. Paricio y J. Avellaneda
Aplacados de piedra
Resumen en inglés
Obras singulares
Adela García-Herrera
Latinos y americanos
Luis Fernández-Galiano
Obras singulares
No hay obra singular que no sea plural. Son singulares por lo peculiar de sus emplazamientos, frecuentemente excepcionales por su carácter histórico o su visibilidad paisajística; por lo notorio de sus usos y programas, lo que habitualmente conlleva dotaciones presupuestarias extraordinarias y alardes técnicos inesperados; y por lo específico de sus demandas simbólicas, que generalmente conducen a la búsqueda de la originalidad formal y a la exacerbación del lenguaje individual. Pero estas obras singulares son muy plurales. Son plurales por su centralidad geográfica o emblemática, que las sitúa bajo la atención de colectivos sociales muy amplios; por su complejidad técnica y organizativa, lo que inevitablemente implica la intervención coral de un número importante de especialistas; y por la inserción de sus formas inconfundibles en el confuso barullo de lenguajes en pugna, que abarrota con su profusión de propuestas un panorama abigarrado de signos donde es difícil distinguir las voces de los ecos.
Estas obras singulares tan plurales son la alta competición de la arquitectura. Lo exigente de sus demandas, la generosidad de sus recursos y la visibilidad de sus resultados hacen de ellas una pista de pruebas y un escaparate de innovaciones. En ocasiones se reprocha el carácter extremo de sus soluciones técnicas o formales, que obstaculiza su difusión pedagógica; pero sin esa exploración exigente no podrían alumbrar las ideas y métodos que acaban trasladándose a la práctica habitual. Otras veces se deplora la condición narcisista de la autoría individual; pero el autor nominal es apenas la fracción visible de un iceberg sumergido de talento, y la obra el producto de una exigente coreografía colectiva. Y con frecuencia se censura la naturaleza espectacular de esta arquitectura de alta costura, a la que se atribuye una afición desmedida por los focos y las pasarelas, sin comprender que esta exhibición permanente es inseparable de la novedad de sus logros y de la fecundidad de su influencia.
Edificios desde luego, pero también acontecimientos, las obras singulares reclaman la atención desde su inicio. Polémicas ya cuando todavía están en el tablero, y más fértilmente discutidas si su proyecto se impuso a otros en concurso, algunas de estas construcciones conservan alta la temperatura crítica hasta que la obra se remata, y el edificio se somete al juicio inapelable del uso y la visita. Durante este proceso prolongado y lento, hay momentos infelices en que la promesa de la obra se desdibuja y emborrona; pero hay otros, quizá más numerosos, en que los hallazgos se presentan bajo una luz insólita, y la obra adquiere una condición emocionante y ejemplar que no siempre se conserva lozana hasta su término. Estos momentos singulares forman parte también de esta arquitectura plural, y el esforzarse en recogerlos constituye un empeño testarudo y acaso estéril. Sin embargo, a Sísifo nadie le encomendó que hiciera de aguador con una cesta.