El proyecto se sitúa en el límite Norte del casco histórico de Pamplona, al final de la meseta sobre la que se asienta, junto al Paseo de Ronda, borde del recinto amurallado. Se trata de una obra promovida desde la administración pública con el fin de regenerar el casco histórico más degradado dentro del plan de vivienda municipal. El edificio ocupa el derribo de otro anterior, y debía rematar la manzana preexistente dando frente a un nuevo vacío urbano, una plaza de nueva generación sobre la muralla. A causa de la crisis el plan municipal fue aplazado, incorporando al proyecto la definición de un pasaje semiprivado para hacerlo viable.

A pesar de la incertidumbre inicial del programa la propuesta del concurso opta, como punto de partida, por una estrategia para dar respuesta a los futuros realojos. Atendiendo a la situación urbana que se generaba, se plantea una organización diferente a la habitual —zonas nobles a la calle y dormitorios al interior—. Así, se sitúan los dormitorios hacia las calles laterales y las zonas más públicas hacia la nueva plaza; entre ambas, la crujía de cuartos húmedos y, por último, las cocinas abiertas a los estares, separadas por un vidrio. Se opta por la solución óptima para el núcleo de comunicaciones en una parcela de tan reducido tamaño, que permite configurar a un lado una vivienda de 40 metros cuadrados y en el otro una de unos 65. Era posible además una sección de las viviendas que permitiese una mayor flexibilidad: se podía pasar, conectando espacios en altura, de una vivienda de 40 m² a otra de 75, y de una de 65 a otra de 90 duplicando media planta, y llegar incluso a otra de 120.

El proyecto sigue la pauta generadora del casco histórico, donde la suma de piezas originada desde el espacio público configura las manzanas. Se garantiza así una integración más natural, haciendo que fachadas, escala, fragmentación y composición den una cierta continuidad urbana a lo existente. Las fachadas atienden a dos situaciones diferenciadas: desde las calles se busca una cierta presencia anónima en continuidad con los edificios existentes; desde la nueva plaza, que transforma la medianería en un alzado singular, la fachada presenta grandes ventanas cuadradas con un orden libre que permite trasladar la incertidumbre de la sección y del programa. El tratamiento de la medianera de la Escuela Infantil adyacente se incorporó al proyecto acabando de formalizar el espacio del pasaje. Este lienzo del mismo material de fachada se pliega y absorbe las irregularidades de este edificio, que se tuvo que mantener.