Impulsado por la Fundación Agrícola Fundagro, que fomenta el cultivo ecológico y la recuperación de la biodiversidad en semillas locales, el nuevo conjunto se ubica en el parque de Aranzadi, fruto de la recuperación de un meandro del río Arga a su paso por Pamplona. El ayuntamiento ha iniciado el proceso de recuperación de esta zona, intensamente alterada a lo largo del siglo XX, para convertirla en un parque urbano que dé importancia a los valores socio-culturales de la huerta ecológica y a los naturales-fluviales de todo meandro, manteniendo su carácter de paisaje agrícola.

El edificio de la fundación se plantea en una sola planta de factura cercana a la de los invernaderos. En este afán de integración, se utiliza una paleta material de policarbonato, vidrio, malla de sombra de invernaderos, estructura ligera y plantación de trepadoras. Todo el conjunto se instala entre muros viejos de piedra manipulados por razones hidráulicas, arquitectónicas y paisajísticas. Tres naves largas separadas entre sí y articuladas a través de un vestíbulo conforman un edificio asentado sobre un plinto que se eleva un metro sobre el terreno para protegerse de las inundaciones. El programa se compone de varias aulas flexibles, un espacio de restauración y cursos de cocina asociados al producto de la huerta, unos espacios de oficina y un espacio expositivo que ocupa una antigua casa rehabilitada. En los exteriores, el establo, que utiliza una construcción preexistente, un invernadero como semillero y espacio para aperos, y una gran superficie de huertas completan el programa del centro.

Entre los objetivos prioritarios del proyecto estaba conseguir la máxima autosuficiencia energética. Para ello se aprovecha la iluminación natural, con el diseño traslúcido de fachadas y techos mediante paneles de policarbonato celular rellenos de aislamiento térmico transparente, que permiten minimizar el consumo eléctrico del alumbrado. Asimismo, las fachadas acristaladas con orientación de SE a SO se protegen con paneles de mallas de aluminio, a la espera de que el crecimiento de las enredaderas permita prescindir de ellas. La ventilación se beneficia del diseño arquitectónico de las cubiertas con sistemas de apertura tradicional de los invernaderos. Este diseño permite acumular el calor de la radiación solar en invierno, mientras que en verano las cubiertas permanecen abiertas dando lugar a una circulación del aire que permite refrescar el ambiente. Por último, se hace un uso intensivo de los recursos geotérmicos del entorno con un doble emparrillado horizontal por debajo del nivel freático del río Arga.