En el año 2012, Baumschlager Eberle Architekten recibieron el encargo de construir un conjunto residencial en un solar propiedad de la familia Schlachter en Bregenz, junto al lago Constanza. En este terreno había existido un exuberante jardín, donde jugaban de niñas las cuatro hijas del matrimonio. Desde un primer momento la historia del lugar desempeñó un papel fundamental en el proceso de diseño, por lo que el proyecto se acabó materializando como un complejo organizado a partir de un frondoso recinto ajardinado que evocaba la atmósfera nostálgica de la infancia de las cuatro hermanas.

En este sentido, las viviendas se reparten entre dos edificaciones, que ocupan aproximadamente el 20% de la superficie de la parcela, lo que libera un espacio abierto de unos 1.500 m² cuya amplia extensión permite plantar árboles de gran porte. Este lugar se concibe como un ‘mar verde’ organizado mediante setos y caminos sinuosos, donde se han incluido algunas de las especies que crecían junto a la desaparecida casa familiar —arces, robles, hayas y tilos—, y que le confieren un carácter sobrio más cercano al del parque que al del jardín.

Tanto la disposición como la forma de los edificios buscan sacar el máximo partido de la privilegiada localización del proyecto. Así, los dos bloques se sitúan en la parte central del jardín, próximos entre sí pero a cierta distancia para no obstruir las vistas de los apartamentos sobre el paisaje. El esquema de organización general presenta ciertos rasgos pintorescos que refuerzan la imagen orgánica y permeable de la propuesta, y que también expresan aspectos como el detalle redondeado de las esquinas o el perfil de la planta. Los volúmenes se conforman con una geometría compacta que incluye sin embargo variaciones sutiles, como los pequeños salientes longitudinales de la fachada, que dibujan una marcada línea de sombra y evitan la monotonía del alzado.

Los distintos forjados apoyan en el núcleo de comunicaciones y en la fachada portante, de modo que no son necesarios pilares intermedios. Esta disposición permite que el interior pueda dividirse y modificarse fácilmente para poder adaptar cada apartamento a las necesidades de sus ocupantes. Para reforzar la flexibilidad del sistema, la fachada se compone según un patrón regular basado en un marco de ventana que sólo se modifica en zonas especiales como las esquinas. Estos cercos, ejecutados en aluminio con un acabado en tono ocre, contribuyen a cualificar cromáticamente los interiores y son el elemento formal más característico del proyecto.