Un verde y paradisiaco prado situado en los alrededores de la localidad austriaca de Lochau constituye el privilegiado lugar donde los arquitectos debían construir una casa para una madre soltera. El proyecto sólo tenía que satisfacer un requisito: su implantación en los mismos terrenos que la otra vivienda de la familia no debía entorpecer las vistas que ésta tenía de un lago situado al sur.
La razón funcional que guía el proyecto es elemental. La planta baja acoge una serie de piezas de servicio y un pequeño estudio que puede ser utilizado como alojamiento de invitados, junto con un garaje que también admite otros usos. La planta superior se organiza como un espacio fluido donde se sitúan una terraza, el salón y el comedor —entre los que se produce el desembarco de la escalera—y dos dormitorios. Un baño y la cocina se ubican en un cubo ciego adosado a la fachada norte, más opaca que las caras oeste y sur, prácticamente acristaladas. Otra escalera exterior comunica el edificio con el suelo. La estructura consiste en una malla de madera que construye los forjados y las fachadas, y permite una gran libertad en la disposición de las particiones, formadas también por paneles del mismo material.
La casa, asentada sobre la suave pendiente del terreno, está cerrada por una doble piel. La interior, de vidrio, es prefabricada y en su montaje se empleó tan sólo una semana; la exterior, de madera, se construyó in situ. Esta doble fachada de muy diferente condición atiende a las solicitudes ambientales: por un lado, protegerse del sol y de las vistas ajenas; por otro, permitir la contemplación del paisaje desde el interior. Su mayor singularidad radica en cómo se construye. En efecto, la cara exterior está formada por un sistema de tablones horizontales de idéntica dimensión, cuyo grado de inclinación varía según se asciende hacia la planta superior, de modo que la superficie de huecos aumenta gradualmente, permitiendo unas magníficas perspectivas del entorno. Además, se disponen regularmente una serie de huecos con carpinterías interiores deslizantes. A pesar de esta descomposición de la piel exterior en capas más o menos abiertas, la casa se presenta como un objeto abstracto, cerrado en sí mismo pero en absoluto mudo respecto a las condiciones del lugar y de su arquitectura, en la medida que la madera es un elemento constructivo tradicional de la región. El proyecto podría entenderse asimismo como una exploración de los autores sobre las envolturas, las transparencias y las veladuras superficiales, asuntos de actualidad en los frentes más avanzados de la arquitectura europea...[+]
Cliente Client
Sabrina Kern
Arquitectos Architects
Carlo Baumschlager, Dietmar Eberle
Colaboradores Collaborators
R. Huchler
Consultores Consultants
E. Schuler (estructura structure)
Fotos Photos
Eduard Hueber / Arch Photo