En un entorno urbano donde predominan los bloques residenciales de cuatro alturas y cubierta inclinada, un edificio de nueva planta y un cobertizo rehabilitado transforman la imagen del lugar para albergar nueve apartamentos. El viejo inmueble se alinea con la calle mientras que un cercano edificio residencial —también renovado— permanece en el lado opuesto del solar. Entre ambos, el volumen de nueva planta ofrece una solución conceptual y formal particular para desarrollar un programa convencional.

Pensando en la incidencia que tienen sobre las personas factores como el clima, el transcurso de las horas o la contemplación de la naturaleza, se optó por acomodar los espacios interiores a esos estados de ánimo. Esta idea se convirtió en la base del proyecto, en un intento por aunar esfuerzos con el residente. Surge de esta manera un bloque constituido por dos piezas rectangulares de dimensión similar —la parte oeste tiene una altura más—, que se maclan desplazadas una respecto a la otra en la banda de escaleras. El volumen resultante se cubre en todas sus caras con una envolvente blanca de vidrio constituida por elementos móviles que se regulan desde el interior en función del clima, del momento del día o del día de la semana. La ligera estructura que sustenta este mecanismo está conformada por soportes de madera que sitúan hacia el exterior paneles térmicos a los que se adosan, embebidas en una estructura deslizante, hojas prefabricadas de vidrio blanco enmarcadas por perfiles metálicos negros. Con una disposición de los paneles uno a continuación del otro el inquilino percibe el exterior pero no puede ser visto. En un paso más, y situando un panel en paralelo a otro, la visión del exterior desaparece tras una pared blanquecina de vidrio. Una última sensación, la de vivir rodeado de montañas sin otra protección que la del forjado superior, se consigue abriendo varios paneles. La individualización del uso lleva así a que el residente tenga tantas ventanas como quiera, las coloque en la parte de la estancia que desee y con ello obtenga distintos cuadros del paisaje exterior.

Esta caja que se abre o se repliega, se enciende o se apaga con el transcurso de las horas pone una nota de diversidad en el barrio. Frente a ella, el antiguo granero conserva su esencia alpina con una cubierta inclinada a dos aguas de teja plana y revestimiento de finos listones. Esta disposición de las piezas de madera se ha empleado para conformar distintos elementos de la urbanización exterior, con lo que la presencia tradicional del granero y moderna del bloque se integran en el jardín común...[+]