El centro de Frankfurt combina edificaciones de media altura, que contribuyen a definir espacios públicos claros y dinámicos, con rascacielos que densifican el tejido urbano y ofrecen vistas a la cordillera del Taunus hacia el norte. Omniturm se integra en este skyline heterogéneo con un diseño que es a la vez racional y escultórico.

El edificio incluye oficinas, viviendas, zonas comunes y un restaurante. El proyecto reinterpreta el modelo de prisma rectangular de pisos apilados —modelo estándar de la edificación en altura—, deformándolo para hacer patente su variada configuración funcional mediante dos gestos formales que alteran el perfil general en aquellos tramos donde cambia el programa. Así, los forjados de los primeros niveles se desplazan hacia delante y hacia atrás para conformar un sistema de salientes que sirven a la vez de terrazas y marquesinas. Del mismo modo, las ocho plantas de apartamentos —situadas en la parte central del volumen— se deslizan progresivamente y delimitan una serie de espacios aterrazados que ofrecen vistas a los residentes sobre la ciudad. Ambas alteraciones matizan la dimensión urbana de la torre introduciendo la escala humana en un proyecto que refleja el carácter singular y audaz de la metrópolis alemana.