En el cruce de las tres grandes avenidas del ensanche de Barcelona —Gran Vía, Diagonal y Meridiana— se sitúa la plaza de Las Glorias, una rotonda de grandes dimensiones con un anillo elevado que, desde su construcción hace más de diez años, no ha conseguido aglutinar ni potenciar la actividad que un punto tan privilegiado como éste debiera tener. Una serie de intervenciones urbanas de mayor y menor envergadura, como la prolongación de la Diagonal hasta el mar, la construcción del Fórum, el distrito 22@ a y la estación del AVE de la Sagrera comienzan a cambiar la situación. Junto a ellas, la torre Agbar, construida para alojar la sede corporativa de Aguas de Barcelona, constituye un símbolo de la nueva etapa que la ciudad emprende. 

El edificio se concibe como un pequeño rascacielos de 35 plantas y 142 metros de altura. Su forma emula un surtidor de agua de presión constante y estabilizada, imagen que viene reforzada por el cráter excavado en su base, en el fondo del cual una lámina de agua se interpone entre el exterior y el interior de la torre. El programa de oficinas que ocupa las 18 primeras plantas se completa con cuatro plantas bajo rasante en la totalidad del solar con plazas de aparcamiento y funciones auxiliares, y con un auditorio, que situado en el primer sótano, asoma en superficie como una colina. Los seis últimos niveles alojan la Dirección, y tres plantas técnicas se insertan en la torre distribuidas equitativamente. La transmisión de cargas se lleva a cabo a través del perímetro y del núcleo, de forma que las plantas quedan libres de pilares y se optimiza su distribución. Esto se consigue por medio de dos cilindros de hormigón de planta oval, sobre los que apoyan las vigas metálicas que soportan forjados colaborantes. Por el núcleo discurren las escaleras, las instalaciones, el montacargas y el ascensor de dirección, que llega hasta la última planta; alineados en el perímetro, hasta la planta 26, se hallan los elevadores que sirven al grueso del tráfico de la torre. 

La torre se sostiene por medio de dos cilindros de hormigón, uno interior y otro exterior, sobre los que recae el peso de los forjados. Los huecos en la fachada aparecen según la combinación del módulo con que se perfora el muro.

El muro exterior de hormigón se taladra siguiendo una trama constituida por un módulo cuadrado algo inferior al metro de lado; los huecos se sitúan condicionados por la acumulación puntual de tensiones estructurales, la flexibilidad de las oficinas y la radiación solar. Siguiendo la misma retícula se colocan las piezas de chapa ondulada de aluminio lacadas en 25 colores, con una variación cromática que va de los tonos terrosos y rojizos de la base a los azulados de la coronación. Una segunda piel de lamas de vidrio con distintos grados de transparencia recubre la torre, difuminando los colores y dándole la impronta de un velo vibrante.

Siguiendo la misma modulación —un cuadrado de casi un metro de lado— con que se ha perforado el hormigón, se colocan las placas de aluminio. Éstas se pintan de diversos colores con un degradado que va de los tonos terrosos de la base hasta los más azulados de la coronación. Sobre ellas se coloca una tercera piel de lamas de vidrio con distintos grados de transparencia.


Cliente Client

Layetana, Agbar

Arquitectos Architects

Jean Nouvel (AJN), Fermín Vázquez (b720)

Colaboradores Collaborators

Jean-Pierra Bouanha, Vandel Lemes, Cristiano Benzoni, Florence Rabiet, Alexa Plasencia, Emmanuelle Lapointe, Cristina Algás, Julie Fernández, Francisco Martínez, Manuel Bermudo, Pascaline Paris, Pablo Garrido, Elisabeth Farrés

Consultores Consultants

R. Brufau & A. Obiol (estructura structure); Argos (gestión del proyecto project management); Gepro (instalaciones mechanical engineering); Higini Arau (acústica acoustics); Frapont (carpintería de madera wood framework)

Contratista Contractor

Dragados

Fotos Photos

Rafael Vargas; Cordon Press