La transformación radical de este edificio de oficinas de los años 1950 tiene como principales objetivos la mejora de las condiciones de uso y una actualización completa de sus prestaciones. La anodina edificación original —entre medianeras y con serios problemas estructurales— se renueva mediante la optimización de los espacios de trabajo, la reconfiguración del patio interior, la racionalización del núcleo de comunicaciones y, especialmente, la creación de una nueva fachada que suma a sus propiedades de protección solar la capacidad de lograr un edificio corporativo reconocible y con la máxima representatividad.

En la fachada el color se extiende en una progresión ascendente, desplegada en unos parasoles horizontales de vidrio transparente coloreado, formando un plano que flota sin límite preciso frente al cerramiento, a modo de gran persiana de escala urbana que toma prestados los colores de los omnipresentes toldos de los balcones del vecindario.

Las lamas coloreadas tiñen suavemente los espacios de trabajo y hacen perceptible el transcurso de la jornada laboral, mientras en el exterior el color rompe la monotonía de la calle, devolviendo intensificada la radiación solar que recibe y haciendo patente el paso del tiempo sobre el espacio público y su suelo...[+]