Perteneciente al conjunto de nuevas dotaciones de la Fira de Barcelona, esta torre de 110 metros de altura comprende un programa de hotel cuya superficie de 26.000 metros cuadrados se distribuye en dos cuerpos separados por un atrio abierto y colonizado en parte por vegetación, a los que se accede mediante un núcleo compartido de comunicaciones con cinco ascensores, dos de ellos panorámicos. Reducir el esquema de la torre a la suma de tres crujías de dimensiones muy ajustadas (poco más de 10 metros) permite resolver la estructura con pórticos convencionales de pilares y losas de hormigón armado cuya rigidez se mejora mediante el empleo de pantallas que se sitúan en la separación entre habitaciones.

Al exterior, la previsible fenestración de las habitaciones se rompe mediante un juego ornamental que altera la percepción de la escala. Las ventanas se sustituyen por aberturas orgánicas que se funden con los patrones vegetales serigrafiados sobre vidrio blanco en las orientaciones Sur, Este y Oeste, y vidrio mate en la Norte.