Situado en el antiguo límite sur de Guarda, una pequeña localidad del norte de Portugal cercana a la frontera española y a la provincia de Salamanca, el TMG emerge con autonomía y rotundidad en un entorno contiguo al centro histórico todavía por consolidar y falto de identidad. La disposición de los dos cuerpos entre los que se distribuye el programa establece una cierta continuidad urbana con los edificios circundantes, aunque su expresión formal se independiza con la voluntad de afirmar una condición singular. Esa misma propiedad de autonomía se refleja entre ambos volúmenes, tanto en su implantación como en su envolvente: uno de ellos adopta la alineación, la sección transversal y la misma plataforma que el bloque situado en frente suyo, al otro lado de la calle, y se reviste de vidrio esmaltado en blanco; mientras que el segundo, situado en otra explanada, cinco metros por debajo de la del primero, se protege con una piel oscura de su entorno urbano más próximo, actualmente en proceso de transformación. Paralelamente, los sucesivos escalonamientos en que se estructura la pendiente del solar ofrecen diversas posibilidades de representación escénica al aire libre.

La unidad y rotundidad formal de los bloques se amortigua mediante la composición reglada de los alzados y la combinación de materiales —paneles de hormigón reforzados con fibra de vidrio (GRC), vidrio y aparejo de granito— con los que se persigue crear una cierta heterogeneidad para seducir al visitante.

Diversas rampas y escaleras, ‘aisladas’ lateralmente por muros de hormigón o de granito, abstraen las vistas hacia el cielo produciendo un curioso efecto de descompresión y resuelven la conexión entre la calle y las sucesivas plataformas. Una vez traspasado este umbral, el trazado de los recorridos y el tratamiento diferenciado de los pavimentos induce el trayecto a seguir hasta el acceso a ambos edificios. En el opalescente, el predominio del color blanco sobre los paramentos resalta el negro de los elementos fijos que contiene; en el ceniciento, la madera de los suelos contrasta con el acabado de hormigón visto de los paños verticales y con el tono, igualmente gris, del falso techo fenólico.

Dentro de este último cuerpo se dispone el teatro propiamente dicho y una sala menor por encima suyo, así como un anillo perimetral de circulación que vincula los vestíbulos y las áreas de apoyo de ambos. Especial mención merece la entrada a la platea de la sala principal a través de unas aberturas que sugieren la idea de ‘boca de escena’ por las cuales el público, próximo al escenario, pasa a tener un papel protagonista. La disposición de grandes huecos en fachada en torno a las dos salas permite proyectar al exterior la actividad del interior y anunciar la celebración de un espectáculo o narrar los tiempos de espera previos... [+]