Cerca de Zúrich, en la localidad de Uster, un nuevo pabellón deportivo debía ampliar con tres pistas adicionales el complejo deportivo Buchholz, que se extiende junto a los márgenes de la autopista. Las limitaciones presupuestarias llevaron a construir un volumen simple a partir de un número limitado de componentes, de manera que cada pieza desempeña distintas funciones y consiguiendo además una organización clara del programa que facilita la orientación del usuario, tal y como el cliente quería. Formado por un basamento de hormigón y rematado por una cubierta ligera de chapa, el pabellón aparece dividido en planta en dos mitades: una dedicada a las pistas deportivas cuya altura se corresponde con la de la totalidad del edificio, y otra que concentra los vestuarios en planta baja —inmersos en el zócalo—, y la entrada y una pequeña sala de gimnasia en el segundo piso. Mediante una rampa exterior, los espectadores llegan al vestíbulo del nivel superior, desde donde acceden al graderío que desciende hasta las pistas.

Una sucesión de pórticos de doble vano caracteriza espacialmente el interior y sustenta la cubierta metálica que se posa como un baldaquino sobre el zócalo de hormigón. Realizados en acero, cada uno de estos pórticos cuenta con una articulación en el pie de cada pilar y otra en el vano principal. El grosor necesario en uno de los extremos de la viga se ha utilizado para dar la pendiente necesaria a la cubierta ajardinada que retiene el agua de lluvia hasta su evaporación, restituyendo así la superficie de absorción ocupada en planta por el edificio.

Esta claridad constructiva está también al servicio de una serie de medidas de ahorro de energía. Además de evitar la construcción de sótanos que hubiesen perturbado la capa freática, el cerramiento trata de sacar el máximo partido de la iluminación natural, con una envolvente que es transparente en los frentes norte y sur, y translúcida en las caras este y oeste, donde la cámara del vidrio aislante se ha rellenado de un material capilar que difunde de manera uniforme la luz, evitando el deslumbramiento de atletas y espectadores. El zócalo y la tribuna de espectadores —realizados en hormigón armado— actúan así de acumuladores de la energía térmica que capta la envolvente por medio del efecto invernadero. La ventilación está garantizada mediante las rejillas practicables abiertas en el encuentro entre la caja de vidrio con el zócalo y unas lamas regulables de cristal en la parte superior. Sólo en los días de grandes competiciones deportivas la renovación de aire se confía a medios mecánicos...[+]


Arquitectos Architects
Stefan Camenzind, Michael Gräfensteiner 

Colaboradores Collaborators 
Brigitta Würsch-Fenner

Consultores Consultants
Geilinger Stahlbau (estructura structure

Fotos Photos
Serge Kreis, Martina Isler, Patrik Borgeaud, Ursula Litschi