En la periferia que se extiende al oeste de Zug, las antiguas praderas comunales han dado paso a un paisaje pautado por las medidas normalizadas de los campos deportivos y una serie de pabellones provisionales que serán derribados a medio plazo. Con mayor vocación de permanencia, un pabellón polideportivo se levanta ahora junto a una vía de tren en desuso que será recuperada para el tranvía, dentro de un plan de revitalización de la zona. Sin intentar acometer la empresa imposible de dar definición urbana a su entorno destartalado, el pabellón se plantea como un cuerpo hermético, una caja autónoma de planta cuadrada que se limita a respetar la amplitud espacial característica de esta antigua zona de pastos.

Una rampa comunica los campos deportivos con la entrada al pabellón, que permanece ajeno a los desniveles del terreno eludiendo las relaciones entre el interior y el exterior. Inscrito entre la envolvente continua y sin ventanas y la estructura interior de pilares de hormigón prefabricado, un deambulatorio recorre el perímetro en dos niveles, procurando espacio de circulación para los atletas en torno a las pistas en planta baja y prolongando como un palco lineal la parte superior del graderío. Como una segunda caja dentro del cajón principal, un cuerpo de hormigón con gradas replegables concentra los vestuarios y la sala de pesas en planta baja, una cafetería en el nivel intermedio y una sala de entrenamiento en lo alto que carece de techo para transmitir a los atletas la sensación de estar entrenando al aire libre. Para evitar el deslumbramiento de los atletas, la luz natural entra tan sólo por el lucernario lineal abierto en la cubierta sobre el deambulatorio, mientras una retícula de focos cuadrados procuran un nivel lumínico uniforme sobre las pistas.

La envolvente celebra el carácter festivo de las actividades deportivas que alberga, presentándose como un volumen de vidrio que deja adivinar el color de los materiales del trasdós. Con una lógica próxima a la del arte concreto, distintas franjas en rosa, naranja, azul y verde recorren las fachadas detrás del vidrio, doblando las esquinas y descomponiendo su volumen. La colocación de los perfiles de vidrio en U —engarzados de forma convencional en la zona del zócalo y formando nervios en la zona superior— introduce un matiz adicional en la percepción del cerramiento. Siguiendo la misma estrategia de presentar distintos colores detrás del vidrio, bandas en amarillo y naranja recorren los paramentos del interior, que actúan como fondo visual de los movimientos de los atletas...[+]