El desnivel existente entre los límites del solar y un programa en extensión que incluía ocho campos de fútbol, pistas de atletismo y hockey sobre hierba, un circuito de ejercicios, así como un estadio y un centro comercial, llevó a abordar el proyecto haciendo arquitectura desde la propia tierra. Así, la terraza arbolada en la que se recorta el circuito de ejercicios ocupa la cota más alta y forma a su vez el límite norte de los campos de fútbol, separados entre sí por una secuencia de taludes que se manifiesta a gran escala, como una pieza de land-art. A modo de mascarón de proa, el único edificio del conjunto se interpone entre las pistas al aire libre y la autopista, reuniendo bajo el mismo techo el estadio y el centro comercial. El escaso número de localidades requerido ha hecho posible concentrar las gradas en los laterales, permitiendo abrir grandes vanos en los frentes norte y sur que ofrecen una panorámica de los Alpes, así como vistas de los entrenamientos desde la galería comercial. Junto a los chopos plantados sobre los taludes, unas pantallas de malla metálica situadas tras las porterías apoyan el orden impuesto desde el moldeado del terreno, actuando como reflectores de la iluminación nocturna que transforma la intervención en una escultura a gran escala al margen de la autopista...
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