El Museo Sacro de Adeje, en Tenerife, tiene un pie en el cielo y otro en la tierra. Colgado de la ladera del Barranco del Infierno, el edificio se inserta, por un lado, en el característico perfil del pueblo; enterrándose, por el otro, para respetar su paisaje. El museo —que forma parte de una intervención más amplia que incluye el acondicionamiento de su entorno urbano— se resuelve estéticamente mediante la relación entre la envolvente de hormigón armado y los pavimentos de piedra basáltica negra, que tapizan un recorrido donde cobran importancia los efectos dramáticos de la luz y las experiencias estéticas de introspección asociadas a la metáfora de la inmersión en la tierra, en la que el edificio intencionadamente se inspira.

La plaza potencia y genera un espacio que abre el municipio al entorno natural que lo rodea. Esta plaza se complementa con el proyecto del Museo Sacro, cuya finalidad es rescatar y poner en valor el centro antiguo de Adeje y su herencia cultural. Todo ello, junto con una cafetería/restaurante con vistas panorámicas del paisaje, contribuirá a la reactivación económica de este área central del pueblo. La ubicación y el diseño del proyecto buscan enmarcar la trama existente, respetando en lo posible su configuración histórica.