El fenómeno turístico de los últimos años ha sumido a la ciudad de Puerto de la Cruz en un preocupante proceso de degradación urbana. Esta propuesta, ganadora de un concurso público convocado para solucionar esta situación, surge como respuesta al continuo maltrato de la costa, y busca una recuperación paulatina basada en el respeto por la energía del mar y por la economía local, y no como un mero maquillaje estético.

Se utiliza la corriente atlántica, estudiando su movimiento y aprovechando la energía del mar, para la renovación de las aguas del puerto y para poder reactivar así la vida marítima de la zona. Esta operación devuelve la actividad a la costa propiciando el necesario reencuentro de la ciudad con el mar, y creando una nueva zona de centralidad urbana y económica que ayuda a resolver la escasa conectividad de los distintos elementos que se encuentran actualmente esparcidos a lo largo del litoral (entre el nuevo puerto y la zona de pescadores tradicional). Para la correcta adaptación de la intervención se analizan las características de la población local, y sus condiciones económicas y sociales, así como las previsiones de evolución demográfica, convirtiendo el puerto en un foco de defensa de los intereses de los habitantes de la región.