Situada en Hyogo (Japón), la casa atiende a dos necesidades fundamentales y un tanto contradictorias: por un lado, crear un lugar íntimo en un solar de apenas 140 metros cuadrados de superficie, que está rodeado de edificaciones en sus cuatro lindes; por el otro, dotar a los espacios habitados de una sensación de fluidez, apertura y contacto con la naturaleza. La conciliación de ambas aspiraciones se consigue mediante la descomposición de la casa en una serie de volúmenes de diferentes alturas, que generan una gran riqueza visual y se despliegan por el perímetro de la parcela para cerrarse al exterior, al tiempo que dejan un vacío interior donde crece un cuidado jardín al que vuelcan casi todos los ámbitos domésticos. El proyecto se inspira en la mejor tradición japonesa, reinterpretando el esquema de la Villa Imperial de Katsura, para procurar las buscadas fluidez y continuidad espacial. Mientras que la envoltura interior está dotada de engawas (terrazas o umbrales) que crean una rica sensación de apertura, los espacios interiores se disponen en una precisa continuidad y se resuelven con una reducida pero elegante paleta de materiales...
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