Refugio en el bosque, Monte Fuji
Satoshi Okada 

Refugio en el bosque, Monte Fuji

Satoshi Okada 


La cumbre nevada y perfectamente cónica del monte Fuji —tantas veces representada en cuadros, calendarios y folletos turísticos— identifica la veneración del pueblo japonés por la naturaleza, pero la relación con ella parece cada vez más difícil en el caos denso al que las grandes ciudades parecen abocadas por la galopante especulación urbanística. En la falda de este icono del paisaje nipón, una parcela rodeada de abedules, hayas y magnolios alberga un refugio de fin de semana donde es posible disfrutar del campo lejos del palpitante ajetreo metropolitano. Sobre un terreno acodado entre dos caminos, la casa se levanta sobre el perfil sinuoso de una antigua lengua de lava procedente del volcán, en una concavidad de la topografía que arropa la construcción con el terreno.

En contraste con la curvatura suave del jardín, un volumen aristado alberga el escueto programa como una roca solitaria abandonada en el claro del bosque. De planta aproximadamente rectangular, la casa se divide en dos cuerpos adyacentes, cuyas cubiertas descienden en dirección al plano en que ambos se encuentran. Esta tangencia se materializa en un muro que domina la composición diagonal de la planta y sirve de apoyo a la escalera que asciende a las dependencias de la planta alta. La cocina, el comedor y el salón ocupan la crujía sur, que cuenta además con una galería abierta sobre el espacio de doble altura del salón. La otra mitad de la casa alberga el cuarto de baño, un aseo y dos dormitorios que se acodan en L alrededor de un segundo espacio de doble altura asociado al vestíbulo de entrada. Aunque no se trata de una casa de gran tamaño, mediante este mecanismo geométrico de compresión y expansión espacial se consigue alargar los recorridos y ampliar visualmente las dimensiones de las estancias, dando la sensación de una mayor amplitud espacial.

Constructivamente, la casa recoge la tradición de la carpintería japonesa mediante un entramado de madera que se trasdosa con tablones de madera de cedro teñidos de negro en una alusión al color de la lava. Del mismo material se han realizado las contraventanas que protegen los huecos; cuando la casa no está en uso, las contraventanas se cierran y quedan en el mismo plano que el resto de la envolvente, transformando el refugio en una escultura sólida en medio de la naturaleza. Con la misma sobriedad se eligieron los acabados del interior: pintura blanca en las paredes, tablas machihembradas de madera de roble para el pavimento de las estancias y losas de granito en el baño y la terraza cubierta a la que se abre el dormitorio de planta baja...[+]


Arquitecto Architect 
Satoshi Okada 

Colaboradores Collaborators 
Lisa Tomiyama, Eisuke Aida 

Fotos Photos
Katsuhisa Kida