El solar en que se levantan los laboratorios era el último disponible en el campus de Columbia y había cobrado singular importancia, dado que inevitablemente constituía la nueva puerta de acceso al conjunto desde la ampliación de este en Manhattanville. Se optó, desde el primer momento, por entenderlo tanto más como un edificio que completaba el campus —manteniendo los parámetros formales establecidos por McKim, Mead & White— que como un edificio singular. Pero, por otra parte, el edificio debía literalmente saltar sobre un gimnasio construido en los años 1970, lo que obligaba a disponer las fachadas como elementos resistentes, ya que así se podía mantener la integridad del mismo.

Aceptar el trazado de la estructura como expresión de su arquitectura se convirtió en leitmotiv del proyecto. La diferencia de nivel existente entre el campus y la 120th Street dio pie a disponer de un espacio público, un café, que ayuda a que se entienda la condición de nueva puerta desde la ciudad al campus. Una vez más, los laboratorios de Columbia permiten ver que las dificultades planteadas por el lugar y el programa pueden dejar de ser un lastre para convertirse en acicate y estímulo a la hora de suscitar la invención arquitectónica.

La osadía del gesto estructural de ‘saltar’ sobre el edificio preexistente se puso de manifiesto en la transparencia de la biblioteca, lo que implicó un nuevo modo de entender el perímetro del campus, al propiciar una nueva conexión visual con la calle. Las siete plantas de espacios abiertos de laboratorios construidas salvando el vacío de la biblioteca obligaron a un forjado rígido de más de 12 metros de luz, lo que requirió un sofisticado proyecto estructural. Con la ayuda de los ingenieros de ARUP se desarrolló una fachada resistente en la que los elementos en tensión cobran singular protagonismo.

La irregularidad del dibujo de las diagonales en fachada responde a la distorsión que introducen las cargas en una forma prismática y simple. Los puentes en voladizo que conectan el nuevo edificio de ciencias con los colindantes, las cerchas embebidas en los planos verticales, la necesidad de construir los espacios de aula magna y cafetería mediante un mecanismo de suspensión y la excentricidad del eje central influyeron en el trazado de dicha estructura. Esta quedó representada en las fachadas por un dibujo de aletas de aluminio que produce un mosaico de luz y sombra, y así la masa del edificio aparece como un prisma resplandeciente que se asienta sobre un pedestal de piedra. La fachada al campus descubre el interior del edificio y, una vez más, enfatiza el deseo de apertura del campus hacia la comunidad...[+]