Situado al suroeste de la comarca del Bajo Llobregat, en la provincia de Barcelona, Begues es un extenso municipio de paisaje boscoso que cubre la mayor parte del macizo del Garraf, cuya cercanía a la capital catalana ha hecho que se incremente intensamente su población en las últimas dos décadas, hasta llegar a triplicarse. Este aumento poblacional ha implicado la construcción de nuevas dotaciones, como es el caso del instituto. El emplazamiento asignado para el proyecto se encuentra en el extremo del pueblo. Se trata de un solar de forma triangular, enmarcado por la ronda de Begues y su polígono industrial.

Su acusada pendiente y la gran cantidad de pinos que contenía han marcado las decisiones esenciales de la propuesta. Así, los diferentes volúmenes y plataformas que la componen se escalonan para adaptarse al terreno y se fragmentan con la voluntad de conservar el mayor número posible de árboles, integrándolos en los espacios abiertos que quedan entre los edificios y anclando de este modo el conjunto en el lugar.

El acceso al recinto se realiza desde el camí Ral, situado en su lado mas elevado. En este punto el edificio rompe la alineación de la calle separándose de la acera y aprovechando la topografía del terreno para crear un espacio de encuentro y de entrada al conjunto. En el centro de esta suerte de plaza se conserva el pino de mayor envergadura del solar, que sirve para remarcar la importancia que se le asigna a este espacio que canaliza los movimientos de llegada y salida de los estudiantes, un lugar de encuentro, de reunión y de intercambio antes y después de las clases. 

El programa está distribuido en dos volúmenes bien diferenciados: un cuerpo principal de tres niveles que contiene la parte docente del programa, las aulas, los talleres, la biblioteca y las zonas de administración; y un segundo cuerpo de una sola planta que alberga el gimnasio y sus vestuarios, la cocina y el comedor, y otras instalaciones. En el punto de mayor proximidad entre los dos volúmenes, una pequeña marquesina los une y marca el acceso a la secuencia de patios interiores del recinto, de diverso tamaño y situados a diferentes cotas.

Los edificios se han resuelto con estructura de hormigón semi-prefabricada, de modo que los forjados emplean prelosas de hormigón armado y placas autoportantes en doble T. Por su parte, un rasgo singular del conjunto lo constituye el tratamiento de las fachadas. La utilización para el cerramiento de placas prefabricadas de hormigón armado tintadas en masa con una mezcla de pigmentos verdes y negros consigue una textura que hace al edificio integrarse en su entorno de pinos y robles.