El edificio para el Instituto de Investigación del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau aglutina la actividad investigadora de esta fundación, anteriormente distribuida a lo largo del complejo hospitalatario. La propuesta se localiza en el extremo noreste del conjunto concebido a principios del siglo XX por Lluís Domènech i Montaner, y se sitúa entre la antigua Casa de la Convalescència y el hospital nuevo, alineada con la calle de Sant Quintí, a la que abre un porche que funciona de acceso general al recinto.

El centro ha sido diseñado con el fin de cumplir con exigentes criterios bioclimáticos y conseguir la máxima eficiencia energética. En este sentido, la envolvente conformada como una celosía de elementos cerámicos desempeña un papel fundamental, ya que regula la cantidad de radiación solar recibida, pero además contribuye a integrar visualmente el volumen con su entorno. Así, la cara exterior presenta un color similar al de los cercanos pabellones históricos, mientras que en el interior se emplea un acabado vitrificado polícromo que remite a sus cúpulas modernistas. Al igual que gran parte de los componentes constructivos del proyecto, la fachada se construye con piezas modulares fabricadas en taller y armadas en obra, lo que facilitará su posible desmontaje y reciclaje en el futuro en caso de ser necesario.

En la elección de los materiales se han priorizado aquellos que tuvieran un bajo impacto ambiental —con un mínimo contenido en compuestos orgánicos volátiles— y redujeran el coste económico y el de mantenimiento. Se añade también un zócalo exterior con un acabado fotocatalítico, que descompone las partículas contaminantes emitidas por el tráfico rodado para mejorar la calidad del aire. En la parte superior del bloque se ha instalado un sistema de cubierta aljibe ajardinada, cuyo depósito tiene 40 cm de profundidad: una dimensión que acumula agua suficiente para el riego de la vegetación y las descargas de los inodoros.

Al ordenar el programa, se estudiaron cuidadosamente las relaciones entre los diferentes usos, con lo que se consiguió una distribución óptima en la que se acortaron los recorridos más frecuentes y se segregaron aquellos incompatibles para liberar zonas comunes amplias y luminosas. El esquema final se estructura en torno a la banda central de las comunicaciones y servicios, que separa dos franjas formadas por espacios de 80 x 11 metros sin pilares ni bajantes, adaptables con tabiques y mamparas. El Instituto se incorpora activamente al flujo de trabajo del hospital adyacente a través una pasarela elevada que lo conecta con una de las alas mediante un brazo tubular de acero cubierto por una membrana textil.