Estación intermodal, Zaragoza

Carlos Ferrater  José María Valero 


Entre los barrios de la Almozara y las Delicias, históricamente separados por las vías del tren, y junto a la antigua estación de Caminreal —obra de Gutiérrez Soto y hoy acondicionada como Museo del Ferrocarril— se sitúa la nueva intermodal de Zaragoza, un proyecto largamente esperado por la ciudad. Si bien el objetivo primero era hacer frente a las necesidades del recién estrenado trazado de alta velocidad Madrid-Barcelona, la ocasión se ha aprovechado para reordenar el ámbito, poniendo en conexión las calles existentes, las nuevas vías que se han abierto en los barrios contiguos, el parque natural del meandro del Ebro y el jardín de la Alfajería. Su relación con el centro urbano se consigue por medio de la reurbanización de los terrenos liberados tras la desaparición de la estación del Portillo, en los que se ha previsto una amplia dotación de zonas verdes y equipamientos.

La estación se configura como una suerte de microciudad: dos hoteles, un auditorio, un centro de negocios y locales comerciales en el flanco norte, el vestíbulo de salidas y despachos ferroviarios en el extremo oriental, el módulo de llegadas y áreas de oficinas en el occidental, y los espacios de circulación en el lado sur rodean la nave central, en cuyo interior mueren diez vías férreas de ancho nacional e internacional. En el subsuelo, un espacio transversal a los andenes e iluminado cenitalmente articula la condición de intermodalidad, al conectar los aparcamientos de la explanada sur y los carriles para taxis y autobuses con las vías del tren.

La gran dimensión de la estación propicia distintas fachadas: retícula de huecos al este (salidas), lamas de alabastro al oeste (llegadas), ventanales corridos al norte (fachada de hoteles) y hormigón ciego al sur (accesos). 

Dos elementos —los muros de fachada y la cubierta— se revelan esenciales en la construcción de este complejo espacio multifuncional. Los primeros, con un espesor de treinta centímetros en todas sus caras y una altura de 27 metros, conforman en cinco crujías un paralelogramo de 500 x 110 metros sin pilares intermedios, que aloja el espacio principal. La segunda, una malla de 40.000 metros cuadrados compuesta por triángulos de forma tetraédrica —por los que penetra la luz— y apoyada sobre vigas vierendel, se sustenta a partir de nueve arcos metálicos anclados al hormigón. En el interior, un cielo raso de triángulos bidimensionales de malla metálica y madera (luz y sombra) cuelga de las vigas, acompañando como telón de fondo el movimiento incesante de trenes y viajeros. Completando el diseño en lo que se refiere a la información y el confort en los vestíbulos y andenes, se han desarrollado diversas tecnologías de comunicación: antorchas multimedia y videomuros permiten al viajero visualizar las condiciones horarias y ambientales de la estación y de sus múltiples destinos.

Los hoteles en la pastilla norte ofrecen su cara interior hacia los andenes, con una composición de vidrio, madera de arce y paneles en tono rojo que extiende el movimiento horizontal de los trenes a los paños verticales.



Cliente Client

Gestor de Infraestructuras Ferroviarias 

Arquitectos Architects

Carlos Ferrater, José Mª Valero, Elena Mateu, Félix Arranz, P&T 

Colaboradores Collaborators

Manel Bermudo, Montse Abad, Gonzalo Urbizu, Jesús Marcuello; Amado Vila (asistencia en obra site supervision

Consultores Consultants

Pondio, Juan Calvo, CESMA (estructura structure); P&T, Juan Broseta, Eduardo Bononad, Olga Guillén (instalaciones mechanical engineering)

Contratista Contractor

UTE Fomento-Ferrovial-Agroman 

Fotos Photos

Alejo Bagué