Todo un rosario de urbanizaciones empieza a colonizar la costa de Cádiz, uno de los pocos pedazos del litoral español que habían quedado a salvo de la especulación que trajo el desarrollo turístico durante los años sesenta. A medio camino entre Rota y Chipiona, Costa Ballena forma parte de una promoción de segunda vivienda que —con un sistema mixto de suelo público y construcciones privadas— pretende fomentar el turismo en la provincia utilizando como reclamo los campos de golf y una arquitectura que, con una proliferación de arcos, muros blancos, tejadillos y rejas, concentra en pocos metros cuadrados todo el repertorio de tópicos andaluces. Ante lo artificioso del contexto, un edificio de administración y servicios centrales se levanta en el área que centraliza las depuradoras y demás instalaciones generales de la urbanización, apelando a la geografía y al clima como únicos rasgos significativos del lugar.

La actuación debía dar respuesta a dos grupos de exigencias funcionales sin apenas relación: por una parte la zona administrativa y por otra dependencias de índole técnico dedicadas al servicio de mantenimiento y almacén de material. Ante las dificultades climáticas y de iluminación que planteaba la solución esperada por el cliente —una galería de oficinas habilitada dentro de una nave con cubierta en diente de sierra— se optó por segregar ambas funciones. La edificación se desdobla así en dos cuerpos: una nave parcialmente enterrada abierta a un patio de trabajo excavado en el terreno y un prisma transversal al anterior que, con sus dos alturas, actúa de transición entre el patio excavado y la cota de la calle. De proporciones más estrechas, este último paralelepípedo alberga las oficinas en planta alta y las dependencias de personal en el nivel inferior, que cuentan con una relación directa con el patio. El gran volumen de la nave queda así oculto a la vista, mejorando con su posición bajo rasante el comportamiento térmico del edificio y la protección del patio frente al fuerte viento.

El programa se desdobla en un prisma de dos plantas dedicado a oficinas y salas de personal y una nave de mantenimiento semienterrada para definir un patio de trabajo resguardado del viento.

Una aproximación constructiva diferenciada hace explícita la dualidad del programa. Con paneles metálicos y una estructura de acero, la nave acerca sus acabados a los de la maquinaria que alberga; mientras, aludiendo con ironía a la imaginería folklorista con la que se anuncia la urbanización, las oficinas visten su escueta volumetría con un motivo gráfico de grandes lunares blancos en una evocación del estampado de los trajes de flamenca y las pelotas de golf que representan el sueño entre popular y elitista del turista venido a más.

Con grandes ojos de buey, los escasos huecos del edificio administrativo se inscriben en el estampado de grandes círculos blancos sobre la fachada que evocan irónicamente el estampado del traje tradicional de flamenca.


Cliente Client
Empresa Pública del Suelo de Andalucía 

Arquitectos Architects
Ignacio Rubiño, Pura García Márquez & Luis Rubiño

Colaboradores Collaborators
Daniel Montes (estudiante student); Juan Antonio Molina (aparejador quantity surveyor); Marcos Yáñez (dirección de obra site supervision)

Consultores Consultants
Francisco Duarte (estructura structure) 

Contratista Contractor
Heliopol

Fotos Photos
Fernando Alda; Jordi Bernadó