En 1878 se abrió en las faldas del Monte de la Concepción —uno de los cinco que protegen la ciudad de Cartagena— la calle Gisbert, con el fin de conectar el valle interior con el Mediterráneo. En los trabajos de excavación aparecieron numerosos restos de la época romana, y en la construcción posterior de las Escuelas Graduadas en la misma calle se descubrió un silo también romano de sección cónica y forma elíptica. En la cima del monte se levanta el castillo de Asdrúbal, del siglo xiii, que a una altura de 45 metros domina el paisaje y proporciona hermosas vistas sobre el casco urbano y el mar: restaurado como Centro de Interpretación de la Ciudad es destino habitual de múltiples turistas; en el interior de la colina se puede visitar la red de cuevas y corredores subterráneos que sirvió de refugio antiaéreo a la población en los bombardeos de la Guerra Civil. Cargado de atractivos históricos y paisajísticos, y necesitado de una operación de sutura que cerrara la escisión topográfica, el lugar ha sido objeto de una intervención que integra la construcción a pie de monte de una torre de ascensores —que facilita el acceso al entorno restaurado del castillo— y de un conjunto de dependencias de turismo para dar servicio a los visitantes.

Con el fin de garantizar la conexión que el desmonte había interrumpido durante años y de activar el potencial turístico de la cumbre y de las grutas, se propusieron dos construcciones complementarias: una torre cilíndrica de acero, exenta desde su base hasta la coronación, donde el gesto claro de una pasarela horizontal de un solo tramo facilita su lectura como elemento de conexión; y una serie de oficinas alineadas a los pies del monte, protegidas por muros quebrados de hormigón que parecen terminar de dibujar la ladera truncada.

La torre de ascensores conecta la ciudad con el entorno restaurado del castillo: en el nivel de la calle inferior, el monte se reconstruye por medio de prismas quebrados de hormigón que alojan las oficinas de turismo.

El monte esconde la red de cuevas utilizadas como refugios antiaéreos en la Guerra Civil; ahora se pueden visitar, protegidas por mallas metálicas, como prolongación de las grietas que iluminan las nuevas oficinas.

La torre aloja un ascensor panorámico que permite, protegido por una malla estructural y por la escalera circular que lo envuelve, ir descubriendo el paisaje a distantas cotas; conectada con el ascensor, una pasarela traslada al visitante hasta un camino de hormigón habilitado en la cima de la colina que conduce, por un recorrido de rampas y escaleras parapetadas entre muros quebrados, hasta el castillo. Las oficinas adaptan su forma a la ladera, ajustándose como un muro de contención al terreno y fragmentándose en pequeñas salas (despachos, reuniones) de manera que se perciban como una continuación de las cuevas. El estrecho espacio entre ellas se utiliza para obtener iluminación natural, mientras el área de mayor anchura al comienzo de la primera gruta se ha aprovechado para acondicionar en ella un pequeño salón de actos.

En la cumbre del monte, la pasarela desemboca en un camino zigzagueante que se abre paso entre muros inclinados de hormigón, y que conduce al visitante hasta el entorno del restaurado Castillo de la Concepción.


Cliente Client

Cartagena Puerto de Culturas

Arquitectos Architects

Atxu Amann, Andrés Cánovas, Nicolás Maruri, Martín Lejárraga 

Colaboradores Collaborators

Sandra Escalada, Patricia Reus, Julián Lloret, Cristina Parreño, Eduardo Roig, Juan Tur; Rafael Checa (aparejador quantity surveyor)

Contratista Contractor

Intersa

Fotos Photos

Juan de la Cruz Megías; Ángel Baltanás