El paisaje pautado de olivos que llega hasta los mismos límites de Jaén está siendo amenazado por un casco urbano que se extiende a ritmo pausado pero continuo. En esa periferia de colinas punteadas de árboles ordenados en cuadrícula, el solar propuesto para emplazar el estadio de fútbol era un terreno accidentado donde anteriormente había existido una cantera. 

La gran escala de un edificio público de estas características junto a los condicionantes del propio solar —ubicado junto al cementerio y próximo a las islas de naves industriales con las que la ciudad extiende sus límites— brindó la oportunidad de contemplar el proyecto como una intervención territorial, un gesto geográfico que dialoga con ese otro hito topográfico que es el promontorio del castillo.

Para alterar el perfil del cerro en el que se ubica la parcela lo menos posible y evitar que la construcción se posase en el paisaje como un cuerpo extraño, el suelo se convirtió en el principal material de proyecto. El campo de juego descansa así sobre una plataforma excavada que permite además tallar las gradas sobre la ladera. 

El edificio lineal que contiene las rampas de acceso, la tribuna, las oficinas, las áreas de prensa y el resto de las dependencias demandadas por el programa, cierra el recinto con una actitud similar a la de los cortijos y haciendas agrícolas de la comarca. Esta estrategia de organización busca un equilibrio entre la condición intrínsecamente urbana del estadio y su inserción en el característico paisaje de plantaciones ordenadas de olivos que tapiza la provincia, un patrón punteado que se traslada al interior del estadio formando la matriz de perforaciones circulares que taladra la visera de hormigón, instalada para proteger de la lluvia y del soleamiento excesivo a los espectadores de la tribuna.

La doble condición urbana y paisajística de las instalaciones marca también la pauta en la materialización constructiva. El ladrillo —del que la zona es una importante productora— se emplea en los paramentos exteriores como signo inequívoco de su vínculo estrecho con la ciudad. La inclusión de extensas superficies ajardinadas en la plataforma que rodea el estadio ayuda a fundir este equipamiento deportivo con su entorno de plantaciones agrícolas, al tiempo que permite usos alternativos al margen de los encuentros futbolísticos, con kioskos, parques de juego y zonas de paseo y estancia. Pero por encima de todo, la plataforma sobre la que se asienta el estadio es un privilegiado mirador que ofrece magníficas vistas sobre la ciudad a la que esta cons-trucción decididamente pertenece.