La bodega cooperativa es un edificio de verdadera importancia para este pequeño pueblo vitícola de ciento cuarenta habitantes, enclavado en el macizo de Corbières en el sureste francés. Es el monumento más representativo del municipio, junto con el ayuntamiento y la iglesia.

Trás más de veinte años, el aumento de la producción y la mejora de la calidad de los vinos obliga a la bodega a reorganizarse espacial y funcionalmente. Esto es, además, una oportunidad para recalificar la relación de la misma con el pueblo y la región que representa. Para ello, y con el objetivo de recuperar el paisaje del campo y las viñas, el edificio despeja las vistas al sureste. Los nuevos espacios se ubican en la parte baja de la pendiente del terreno y de forma escalonada siguen la topografía natural uniéndose al edificio existente por la parte trasera de la bodega principal. El cerramiento se inspira en los principios de refrigeración de los edificios agrícolas: una piel metálica de aluminio envuelve la estructura reflejando una parte sustancial de la radiación solar y evitando el aumento de la temperatura en el interior, lo que permite minimizar las necesidades de climatización. Las oficinas se instalan bajo la cubierta y se abren al completo a una gran terraza que mira hacia el paisaje vinícola.